La Gioconda, la pintura más famosa del mundo, fue objeto de un nuevo ataque el domingo con el lanzamiento de una tarta de crema; pero que no tuvo consecuencias gracias al cristal blindado que la protege, según testimonios en las redes sociales.
El incidente se produjo en la tarde del domingo. Varias fotos muestran el cristal de protección de la reputada obra de Leonardo da Vinci manchado de crema, mientras un hombre, que parece ser un guardia del museo, lo limpia.
¿Qué dice el museo del Louvre?
El museo del Louvre, al que AFP contactó el domingo por la noche, declinó este lunes realizar cualquier declaración.
Un usuario de Twitter, que afirma haber presenciado el incidente, explica que el autor de la acción era un hombre disfrazado con una peluca; que se levantó de una silla de ruedas y golpeó el cristal, antes de arrojar el pastel.
Este usuario (@lukeXC2002) publica además un video en el que se ve al hombre en pie junto a su silla de ruedas, mientras es escoltado hacia la salida.
¿Qué dijo el atacante?
«Hay personas que están destruyendo la Tierra (…) Los artistas, piensen en la Tierra. Por eso lo he hecho. Piensen en el planeta», dice, en francés, el hombre vestido de blanco con gorra y peluca.
Otras imágenes muestran la silla de ruedas detrás del cordón de seguridad que separa la obra del siglo XVI de los visitantes. Ninguna foto o video captó el incidente en sí mismo.
Abren de una investigación
La fiscalía de París indicó este lunes que se abrió una investigación por «intento de degradación de un bien cultural» y que un hombre de 36 años ingresó el domingo en la enfermería psiquiátrica de la prefectura de policía.
La Mona Lisa ya fue objeto de ataques en el pasado, como el de diciembre de 1956, cuando un boliviano le lanzó una piedra y le dañó el codo izquierdo. A partir de entonces, se instaló un cristal para protegerla.
En agosto de 2009, una turista rusa fue detenida por lanzarle una taza de té vacía. El museo explicó entonces que la taza se rompió contra el cristal de protección, que se rayó ligeramente.
Millones de personas acuden cada año al Louvre para admirar La Gioconda (diez millones anuales antes de la pandemia). Desde 2005, se expone detrás de un cristal blindado, con un sistema de humedad y temperatura controladas.
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