Satanizar el diálogo y la negociación en Venezuela es un grave error, señaló Ricardo Cusanno, presidente de la Fedecámaras, el principal conglomerado de empresarios del país. La reunión que tuvo el miércoles de manera inesperada con Jorge Rodríguez generó reacciones en los sectores sociales y políticos venezolanos.
Con una realidad comparable con la de una nación en guerra y una hiperinflación que en 2020 alcanzó 3.713%, según datos de la Asamblea Nacional, la preocupación en Venezuela parece centrarse, más bien, en una especie de sálvese el que pueda: el reclamo por los bajos salarios, el acceso a la alimentación, a la salud y a los servicios públicos de calidad.
Hay una resignación perceptible. Un porcentaje importante de venezolanos duda que se logre finalmente la anhelada transición política en el país. Pero no pareciera tampoco que sentándose, una vez más, con el principal responsable de la crisis sea como se alcanzará una solución.
Pero Cusanno aseguró, en una conversación con El Nacional el viernes 29 de enero, que la invitación a la Fedecámaras para reunirse con Rodríguez, que preside el parlamento chavista, puede convertirse en un primer paso para nuevamente generar confianza y retomar el diálogo político.
—Surgieron fuertes críticas desde diversos sectores de la oposición por la reunión que Fedecámaras tuvo con Jorge Rodríguez.
—Seguir satanizando el diálogo, la negociación, el encuentro, más allá de los actores, es un grave error. Satanizar a Fedecámaras por lo que hizo, por recibir en su sede a estas personas que representan la política y que ejercen funciones de gobierno, por lo menos de hecho, sería como satanizar a los enfermeros por procurar sus contratos colectivos, a los estudiantes por procurar que el ministro de ese mismo sistema les firme sus títulos; y sería satanizar a los políticos que se han sentado negociar sus libertades, tanto dentro como fuera del país. Es importantísimo que se resalte que esto no busca favorecer a un sistema político o a otro, sino favorecer la paz, la negociación, el diálogo, que nos reinserte en el camino de las plenas libertades políticas, económicas y sociales que establece la Constitución. No es para favorecer a un sistema político.
—Pero ha habido suficientes intentos fallidos que han llevado a los ciudadanos a no confiar en estos procesos. ¿En qué puede beneficiarlos otro más?
—El principal beneficio, más allá de las diatribas institucionales, es que la organización más representativa de la empresa privada venezolana se está sentando con quien ostenta el poder. Eso, si se pueden construir soluciones en el marco de la salud, de la reactivación de los procesos económicos y que además sirva para desmontar la desconfianza para que los actores políticos se reúnan y construyan soluciones en lo institucional y en la restitución de garantías políticas, ya de entrada es una buena señal.
—¿Y después?
—Hay temas muy específicos, como las vacunas, los protocolos de bioseguridad, la canalización de la ayuda humanitaria que tanta falta le hace a gran parte de la sociedad venezolana; de carácter económico están los temas de la legislación para hacer un marco regulatorio que convierta o derogue leyes de carácter extremadamente punitivo y no de incentivo; que además se apoye la simplificación de los procesos administrativos para que Venezuela no siga sumergiéndose en la informalidad y que haya formalidad de los procesos; que se favorezca el crecimiento de la empresa venezolana competitiva en prioridad a las inversiones extranjeras, que no vengan solo unas exclusivas porque tienen vínculos con el modelo político; y que podamos recuperar las inversiones extranjeras nuevas, de otros actores internacionales, también las tradicionales y con las cuales tenemos una relación desde el punto de vista de costumbres occidentales de hacer negocios.
—Parece que al régimen en estos momentos le interesa más la economía que la legitimidad. Con lo que dice, ¿cree que los sectores políticos realmente podrían sentarse a dialogar y negociar?
—Es parte de lo que buscamos. Nosotros hemos reiterado en nuestras posiciones públicas antes de la reunión, durante de la reunión y después de la reunión, que queremos no solo que se reactive la economía, que es nuestra función primaria, sino que se reactive un proceso en el que Venezuela se reinstitucionalice; que se restituyan los preceptos de la Constitución y las libertades políticas, económicas y sociales que están expresados en ella. Porque nosotros aspiramos a un modelo 100% democrático, con las características venezolanas, y no a un modelo como el chino o el vietnamita. Que esto sirva de apoyo para el camino de las negociaciones políticas, que tienen que hacer los políticos, no nosotros.
—En la reunión con Rodríguez, ¿discutieron sobre una posible fecha o algunos indicios de cómo será la distribución de las vacunas contra el covid-19?
—Hay que entender que esa fue una reunión que tenía 20 años que no ocurría. Había 11 personas que nos visitaron y 5 o 6 de nosotros. Ahí hubo primero un encuentro, de conocernos, se habló del tema de las vacunas contra el covid-19 pero aún no es tangible porque ahora es cuando comenzaremos a hacer planteamientos. A esa reunión íbamos a discutir las posibilidades de construir acuerdos para la logística, el financiamiento, la distribución y la adquisición de las vacunas. Cuáles estarían permisándose para el uso y que, por supuesto, el tema no se politice, que no se convierta en una herramienta de control político ni que sea bien de un capitalismo salvaje, de un libertinaje, de una anarquía y tengamos bodegones de vacunas.
—¿Y es posible ese escenario?
—Esto tendría que ser transparente y teníamos que estar presentes todos los actores de credibilidad que pueden ser útiles como la figura del Estado, algunos actores de la política que lo confronta, los empresarios, la Iglesia y algunas organizaciones no gubernamentales, porque aquí hay un tema de financiamiento que hay que trabajar.
—Hay cuestionamientos sobre las vacunas que promueve Maduro. En este caso, la cubana Soberana II y la rusa Sputnik V. ¿Plantean la posibilidad de incorporar otras dosis como la desarrollada por Pfizer?
—Lo primero que planteamos fue precisamente eso. Tiene que haber un abanico de vacunas para que sea mucho más fácil en términos de oferta, de cantidad, y para evitar que sean unas sí y otras no solo por decisiones políticas. Eso tiene que pasar por una decisión técnica, en la que estén involucrados los gremios de la salud y de la investigación. Específicamente dijimos que tienen que ser vacunas viables en términos logísticos porque, por ejemplo, la de Pfizer tiene unos requerimientos en términos de frío que para Venezuela es complejo cumplir.
—¿Conoce si Henrique Capriles forma parte de estas negociaciones, como se llegó a comentar en las redes sociales?
—No, no tengo idea. Solo sé que llamaron a nuestra institución y nos dijeron que oyeron las propuestas que coherentemente habíamos tenido a lo largo de la pandemia.
—Sugirieron una ley de amnistía.
—Si hay una verdadera voluntad de construir un proceso de diálogo, paz y reconciliación, entendiendo que la política se concreta con acciones, una ley de amnistía sería un gesto que pudiera sin duda alguna abrir el juego político interno e internacional. Ahora, el contenido, el desarrollo, la forma de construcción de la ley, eso no se planteó. Lo que hicimos fue un enunciado porque, además, no es nuestro rol asumir posiciones políticas partidistas. Pero sí entendemos que la salud y la economía, para que sean las soluciones sustentables en el tiempo, pasan, entre otras cosas, por trabajar en el tema institucional y político. Y nuestra recomendación, en ese momento, fue esa.
—Pidió que el parlamento chavista sea un punto de encuentro. ¿En dónde quedan las conversaciones de Fedecámaras con la llamada presidencia encargada que encabeza Juan Guaidó y el Plan País que presentó?
—Queda en donde ha estado. El problema no es si hablo con uno o si hablo con el otro. Nosotros estamos conversando y procurando con todos los actores soluciones para el drama social, humanitario económico, institucional y político. La situación en este país, en términos de salud, de economía y de institucionalidad, nos obliga a los actores de la sociedad venezolana a dialogar. La negociación con un actor no excluye al otro. El hecho de sentarnos con los representantes de quien ha estado gobernando durante los últimos 22 años no significa que estamos deponiendo nuestros principios, nuestros valores, nuestras ideas. Mucho menos que estamos cambiando a los actores con los que veníamos trabajando. Como institución independiente y autónoma, la más representativa de los empresarios en Venezuela, estamos construyendo fuentes de comunicación con todos los actores que puedan generar soluciones.
–El oro resguardado en el Banco de Inglaterra, y que sería utilizado para la adquisición de vacunas contra el covid-19, quedó atrapado en medio de la disputa que tienen Guaidó y Maduro por el poder político en Venezuela.
—Venezuela no puede seguir sin el acceso a los fondos en el extranjero. Digo Venezuela como nación. Los ciudadanos no pueden padecer más de lo que ya padecen, ese tema de la diatriba política e institucional. Hay que buscarle canalización a eso y la comunidad internacional, los organismos multilaterales, deben construir propuestas para que los fondos se liberen, con una contraloría muy rígida, no a favor de unos o de otros sino a favor de la ciudadanía y se solucionen sus problemas, entre los cuales está la vacuna. También hay oportunidades con otros activos que tiene la nación. Si pudiésemos lograr eso no se estaría favoreciendo ni a Maduro ni a Guaidó. Eso favorecería a los ciudadanos y ahí es donde nosotros, como institución, vamos a hacer todos los esfuerzos para que eso se dé.
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