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Opinión

La estrategia de desinformación de Rusia que beneficia a Cuba y Venezuela Por José Azel

El gobernante de Venezuela, Nicolás Maduro y su homólogo ruso, Vladimir Putin, durante su encuentro en julio del 2013 en Moscú. 

Foto Efe

El control reflexivo es una estrategia de desinformación desarrollada en Rusia, en la que “se transmite a los oponentes información específicamente preparada para animarlos a tomar voluntariamente una decisión deseada por el iniciador de la acción”.

Los estudios psicológicos muestran que cuando el cerebro se expone repetidamente a una misma información, se comienza a percibir como verdadera, y se descartan las evidencias contradictorias. El pionero del concepto de control reflexivo, en la década de 1960, fue Vladimir Lefebvre, psicólogo y matemático soviético. El control reflexivo se basa en un tipo especial de acción de influencia: una campaña sostenida que expone a un oponente a información seleccionada para que termine tomando “voluntariamente” las decisiones que desea el iniciador.

El control reflexivo se enseña en las escuelas militares rusas y se concibe como una estrategia de seguridad nacional. Un concepto clave del control reflexivo es que un oponente recibe información específica con el objetivo explícito de controlar la toma de sus decisiones.

Por ejemplo, durante la Guerra Fría, la Unión Soviética convenció a Estados Unidos de que las capacidades de los misiles soviéticos eran mucho mayores de lo que realmente eran. Utilizando una serie de técnicas de desinformación, los soviéticos crearon una ilusión de poderío militar que obligó a los gobiernos occidentales a asignar más recursos a sus fuerzas armadas. Recientemente, en 2014, Rusia confundió a la OTAN y a Kiev con su éxito relámpago en Crimea. En tres semanas y sin disparar un tiro, el ejército ucraniano entregó todas sus bases militares de Crimea.

En un viaje de investigación en 2019, presencié personalmente las técnicas rusas de control reflexivo desplegadas en los Estados bálticos de Estonia, Letonia y Lituania, donde Rusia busca activar sus minorías étnicas.

Además, durante las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos, Rusia empleó técnicas de control reflexivo para manipular nuestro proceso de toma de decisiones electorales. El objetivo de Rusia no era ayudar a un candidato determinado, sino, fundamentalmente, socavar nuestro sistema político democrático.

Específicamente, la estrategia ataca nuestra cohesión moral y física para movernos a tomar decisiones opuestas a nuestros intereses. El teórico militar ruso Coronel S. A. Komov ha descrito los siguientes elementos básicos del control reflexivo:

Distracción: Crea amenazas reales o imaginarias para obligar a los oponentes a modificar sus planes.

Sobrecarga: Envía con frecuencia gran cantidad de información contradictoria.

Parálisis: Crea la percepción de una amenaza inesperada a un interés vital.

Agotamiento: Obliga a los oponentes a emprender operaciones inútiles.

Engaño: Obliga a los oponentes a reubicar activos en reacción a una amenaza imaginaria.

División: Persuade a los oponentes a que actúen en oposición a objetivos comunes.

Pacificación: Convence a los oponentes que las acciones militares que realizan son solamente ejercicios de entrenamiento inofensivos.

Disuasión: Crea una percepción de superioridad.

Provocación: Obliga a los oponentes a tomar medidas contrarias a sus intereses.

Sugerencia: Ofrece información que afecte a sus oponentes en forma legal, moral, ideológica, etc.

Presión: Ofrece información que desacredite a los oponentes a ojo de la población.

Muchos lectores reconocerán estas técnicas como las utilizadas por los gobiernos cubano y venezolano bajo la tutela rusa. Durante décadas, Cuba y Venezuela han utilizado con éxito el control reflexivo para distraer, sobrecargar, paralizar, agotar, engañar, dividir, pacificar, disuadir, provocar, sugerir y presionar a sus respectivas oposiciones.

En consecuencia, estas poblaciones rara vez se unen cohesivamente en la lucha por sus libertades políticas. El aparato de control reflexivo ha logrado controlar los procesos de toma de decisiones para que el enfoque popular descanse más sobre la economía que sobre la política.

Hoy, la mayoría de las críticas y acciones contra los gobiernos cubano y venezolano enfatizan la miseria económica que crean los regímenes, en lugar de las libertades que reprimen. La elección del pueblo, instigada por el control reflexivo, se ha convertido en huir, no en luchar.

Para mi consternación y tristeza, en estas sociedades la observación desalentadora del historiador romano Salustio es evidente: “Pocos hombres desean la libertad; la mayoría de ellos solo desean un tirano justo”.

El último libro del Dr. José Azel es “Libertad para novatos”. Correo: Joeazel@me.com.

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