Aunque las presidenciales están lejos, el covid-19 podrían dañar su intento de reelección.
Trump, la semana de pesadilla que expone sus grandes debilidades, así lo titulo el Diario El Tiempo de Bogotá
Por: Sergio Gómez Maseri del Diario El Tiempo de Bogotá
Tres encuestas y unas cuantas estadísticas podrían explicar una explosiva semana en Washington en la que el presidente Donald Trump volvió a ser protagonista en medio de la grave crisis que viene causando el coronavirus en este país y que dejan claro que su fin último parece ser el electoral.
El primer sondeo es la muestra más reciente de Gallup en la que se confirma que su popularidad viene en caída libre. De acuerdo con esta, la aprobación del presidente se desplomó seis puntos porcentuales en estas últimas dos semanas. De un 49 por ciento, el pico más alto de toda su presidencia (mediados de marzo), a un 43.
Se trata, según Gallup, del descenso más agudo que registra Trump en los tres años que lleva en la Casa Blanca. Y, en gran parte, se debe a una disminución del apoyo entre los ‘independientes’, que ahora se ubica en el 39 por ciento.
La misma encuesta revela que hay una impresionante caída en el nivel de satisfacción del público estadounidense por el estado actual de las cosas. Un número que por lo general está atado al desempeño del primer mandatario.
De acuerdo con Gallup, solo el 35 por ciento del país está complacido con el rumbo de la situación, una diferencia de 12 puntos frente al que pensaba lo mismo a comienzos de marzo (47 por ciento).
Entre los mismos republicanos esa caída es de 17 puntos (60 por ciento satisfechos), y 14 entre los independientes (24 por ciento).De acuerdo con la firma, esos niveles de insatisfacción solo se han registrado en otras dos ocasiones en los últimos 20 años: en el 2008, luego del estallido de la crisis financiera, y en el 2016 tras una serie de tiroteos en el país que dejaron decenas de muertos.
Según Gallup, ambas mediciones están atadas a una percepción pública que se ha tornado negativa frente al manejo que Trump le ha dado a la crisis y coincide con una serie de reportes según los cuales el presidente minimizó la amenaza de la enfermedad y actuó con lentitud a la hora de frenar su propagación.
«La actual crisis económica y de salud es sin duda el reto más grande de su presidencia y podría amenazar sus chances de reelección», sostiene Gallup. Trump, por supuesto, lo tiene muy presente.
Algo que ya se está viendo en los sondeos donde se le compara con Joe Biden, el candidato que han elegido los demócratas para enfrentarlo en las presidenciales de noviembre.
De acuerdo con el más reciente sondeo de The Economist y Yougov, el exvicepresidente Biden le saca 5 puntos a Trump (48 vs. 43). Se trata de una diferencia que se ha mantenido constante en los últimos cuatro meses y que tampoco favorece al presidente.
Larry Sabato, del Centro Electoral de la Universidad de Virginia, afirma que ningún presidente de la historia reciente ha logrado ser reelecto con cifras de popularidad inferiores al 46 por ciento en los meses previos a los comicios.
A esas encuestas se sumaron también esta semana una serie de cifras nada halagadoras y que de alguna forma recaen en Trump, así no tenga una responsabilidad directa.El desempleo acosa
Entre ellas las de desempleo, que esta semana llegaron a niveles nunca antes vistos desde la Gran Depresión de 1930. Más de 22 millones de estadounidenses han perdido sus trabajos, lo cual quiere decir que ya se evaporaron todos los cargos que se habían creado desde la recesión del 2008.
Los analistas predicen que, si bien es posible una recuperación parcial de aquí a las elecciones, la economía no volverá a un buen momento antes del 2022.
Malas noticias para Trump pues las cifras económicas, que durante estos tres años vieron mejorías, eran su principal arma de combate en la campaña electoral.
Pero no solo fue eso. Aunque el presidente ha venido diciendo que la pandemia ya se ha estabilizado en EE.UU., esta semana los números de muertos y contagios volvieron a dispararse. Tanto, que las autoridades tuvieron que correr el llamado ‘día pico’ para EE. UU., supuestamente previsto para el pasado 10 de abril.
El total de muertos, de hecho, se acercaba este fin de semana a los 40.000 en solo mes y medio (el mismo número de fatalidades de EE. UU. en la guerra de Corea, 1950-1953) y los contagios a casi 800.000.
Solo en esta última semana, el coronavirus, por primera vez, mató a más gente en el país que el cáncer y las enfermedades cardiacas, hasta ahora los dos males que causaban más decesos.
Miembros de la Policía Militar hacen vigilancia y control en carreteras de Connecticut para evitar la propagación del coronavirus .Foto: AFP
Quizás la única buena noticia fue la que dio el viernes un laboratorio en EE. UU. según el cual la medicina antiviral Remdesivir estaría dando resultados en el tratamiento de la enfermedad. Pero se trata apenas de un pequeño estudio con 125 personas y en cualquier caso no es la vacuna que se requiere.
De acuerdo con Max Boot, columnista de The Washington Post, Trump se siente acorralado ante este diluvio de sucesos que están hundiendo su presidencia. Y por eso ha optado por buscar a otros responsables para redistribuir la culpa. Y suele lanzar “bombas noticiosas” con las que trata de desviar la atención.
Entre ellas su amenaza de suspender el Congreso, la suspensión de la ayuda para la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la polémica que desató al decir que tenía “poder absoluto” sobre todos los estados, quienes tendrían que obedecer su orden de reabrir la economía a partir de este primero de mayo.
Las tres terminaron siendo disparos al aire. En el caso del Congreso ni siquiera los republicanos le siguieron la corriente pues, de permitirlo, estarían cediendo al Ejecutivo una potestad con la que nunca ha contado. Su autoridad “sin límite” frente a los estados quedó convertida en una serie de recomendaciones que presentó el jueves la Casa Blanca que no son de obligatorio cumplimiento.
En cuanto a la OMS, se trata de una suspensión de dos o tres meses mientras se investiga si el organismo ha estado tratando de proteger a China, país donde surgió el coronavirus. Pero no es claro de cuánto dinero se trata, pues EE. UU. ya le entregó a la OMS la mayoría de los recursos previstos para este año.
Pero los tres le ayudaron para desviar temporalmente el cubrimiento noticioso sobre el manejo del coronavirus. En el caso de la OMS y China, Trump habría encontrado un chivo expiatorio perfecto para intentar frenar los señalamientos en su contra. Eso piensa Michael Green, alto asesor del expresidente George W. Bush para temas de Asia.
Las encuestas, según Green, están mostrando que el público en EE. UU. no confía en las explicaciones que ha dado Pekín sobre la irrupción del coronavirus. Y subraya una reciente de Harris Poll según la cual el 90 por ciento de los republicanos y un 67 de los demócratas cree que China es la culpable de la propagación y, en consecuencia, la OMS es un facilitador.Apoyo a protestas
Aunque hay cierto consenso entre las agencias de inteligencia de EE. UU. sobre la manipulación de la información que está saliendo de ese país para minimizar su rol, para Trump es una narrativa que le permite enlodar las acusaciones en su contra. Y que están asociadas no tanto a lo que hizo o no China, sino a las semanas que se pasó subestimando el problema y a la escasez, aún hoy, de pruebas para diagnosticar la enfermedad.
Este viernes, el presidente politizó aún más el debate al salir a respaldar protestas que han surgido en tres estados por personas que se oponen a las medidas de distanciamiento social que han ordenado los gobernadores. Las protestas, en su gran mayoría, han estado encabezadas por simpatizantes de Trump y los estados en cuestión –Minnesota, Míchigan y Virginia– tienen actualmente gobernadores demócratas y son considerados claves para las próximas elecciones.
“Estas protestas no han sido por las medidas de distanciamiento social, sino eventos políticos. Se aparecieron sin máscaras, entregando dulces a los niños y portando armas. Están poniendo a todos en riesgo. Y que ahora el presidente los respalde es toda una irresponsabilidad”, dijo la gobernadora de Míchigan, Gretchen Whitmer, que suena como probable fórmula vicepresidencial de Biden.
Trump, afirma Boot, “está empeñado en buscar responsables: China, los medios de comunicación, los gobernadores, la OMS, Obama, los demócratas. Cualquiera menos su caddie de golf. Su mantra es “yo no tengo responsabilidad alguna de nada”. Lo que falta ver es si los votantes terminan tragándose sus excusas.
De momento, al menos por lo que dicen las encuestas, una mayoría se inclina por el no. Pero de aquí a las elecciones aún falta mucha tela que cortar.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
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