En Qatar 2022, Marruecos se metió en semifinales y firmó la mejor actuación africana en toda la historia de los mundiales, en Paris 2024 se colgó su primera medalla olímpica por fútbol en toda su historia, y ahora, en 2025 salieron campeones del mundial sub-20. Más allá de los resultados, las formas también han sido buenas: Fieles a su estilo de contragolpe y transiciones rápidas. Se sienten cómodos con y sin balón. Y a nivel individual también destacan:
Hakimi quedo sexto en el balón de oro y es el segundo mejor lateral del mundo, solo por detrás de Nuno Méndez. Juega igual tanto en la selección como en Paris , priorizando el ataque y con buena lectura para ocupar los espacios. Además de los descubrimientos recientes de Zabiri y Maamma, que fueron las figuras del sub-20. Bilardo (entrenador campeón del mundo con Argentina en 1986) lo predijo mucho antes que todos: “Lo dije en 1975, cuando fuimos a jugar una copa en Marruecos, yo creo que acá está el futuro del fútbol… no está en Europa”. Pero esto no es casualidad, es la consecuencia de años de trabajo.
 
El Proyecto Deportivo de Marruecos
Marruecos puede ser conocido por muchas cosas: la brujería, robar, ser vividores (el papá de Lamine Yamal), el ramadán, etc. El fútbol no era una de ellas hasta que intentaron darle una vuelta cultural al país, tomando el futbol como elemento principal. En 2009, el rey Mohammed VI impulsó la creación de un plan integral para el desarrollo del fútbol, con un objetivo concreto: que Marruecos pasara de ser un país de segundo orden en la región a una potencia formadora capaz de competir al más alto nivel.
Dos años después, en 2010, se inauguró la Academia Mohammed VI de Fútbol en la ciudad de Salé, a orillas del Atlántico. Construida con una inversión inicial de 4 millones de dólares, la academia se convirtió en un centro de alto rendimiento comparable con los mejores del mundo, con seis canchas profesionales, áreas médicas de última generación, residencias, aulas, laboratorios y espacios educativos. De esa academia salieron varios de los jugadores que hoy brillan en Europa y en la selección mayor, como Youssef En-Nesyri o Nayef Aguerd. La apuesta fue clara: construir desde abajo, con un modelo de desarrollo que priorizara el talento local y la educación.
Allí los jóvenes futbolistas reciben formación técnica y táctica, pero también educación escolar, cursos de idiomas, informática y orientación vocacional. El programa es gratuito, y cada año un equipo de ojeadores recorre el país
buscando niños de entre 12 y 18 años para ingresar en un plan de desarrollo de cinco años. El 90% de los egresados logra insertarse en el fútbol profesional, ya sea en la liga local o en clubes europeos. En este torneo surgieron jugadores como Fouad Zahouani, Houssam Essadak, Yassine Khalifi y la gran estrella, el extremo Yassir Zabiri .Además, se crearon doce centros regionales que funcionan como filiales de la Academia Mohammed VI, donde se entrenan y monitorean a los talentos más jóvenes, de entre 9 y 12 años. A partir de ahí, los mejores pasan al nivel nacional. 
En 2019 se inauguró el Complejo Mohammed VI de Fútbol, un predio de 29 hectáreas con once canchas, un hotel para selecciones, residencias para divisiones juveniles, gimnasio, centro médico y oficinas administrativas. La FRMF centralizó allí toda la estructura de selecciones, con entrenadores, analistas, médicos y psicólogos trabajando bajo un mismo programa metodológico. Así, Marruecos logró federalizar el fútbol y acercar las oportunidades a miles de chicos. Los clubes también se profesionalizaron: se mejoró la gestión financiera, se modernizaron los estadios y se elevaron los estándares de entrenamiento. La Federación, además, apostó por un trabajo coordinado entre las selecciones juveniles y la absoluta.
También apostaron por captar talento en distintas partes de Europa. Enviaron ojeadores a buscar niños sin pedigrí con trapos en la cabeza para pasar la frontera. Dicho así suena bastante perturbador, pero la idea realmente se refiere a buscar jóvenes con descendencia marroquí para convencerlos de jugar con la selección, envés de su país de nacimiento. Con una base de datos actualizada permanentemente, la federación identifica a jóvenes con ascendencia marroquí y los invita a participar en campus o microciclos en el país.
De esa estrategia surgieron muchos de los jugadores que integraron la selección mayor semifinalista del Mundial 2022 y varios de los campeones Sub- 20 en Chile. El plan no se limita a repatriar talento, sino a construir un sentido de pertenencia. En cada convocatoria juvenil, los futbolistas reciben charlas sobre historia, religión, cultura y valores nacionales. La idea es que, aunque hayan nacido en Lyon o Bruselas (territorios a los que mayormente emigran), sientan que vestir la camiseta marroquí es un orgullo y una responsabilidad. Incluso Lamine Yamal fue tentado de participar de estos microciclos mucho antes de que su nombre irrumpiera en el mundo del fútbol.
El modelo marroquí también se apoya en la educación continua de sus entrenadores. La FRMF firmó convenios con la UEFA y la Federación Francesa para homologar licencias y capacitar técnicos en centros europeos. Además,
estableció un sistema interno de evaluación de rendimiento que cruza datos médicos, técnicos y psicológicos de cada jugador en todas las categorías. Los informes son centralizados en el Complejo Mohammed VI, donde se toman decisiones sobre ascensos, cesiones o convocatorias. El fútbol juvenil marroquí funciona como una pirámide perfectamente integrada: las academias regionales alimentan a la nacional, que a su vez nutre a las selecciones menores, y de allí al fútbol profesional o la selección absoluta.
La sostenibilidad económica del sistema también fue planificada. Parte de los ingresos por transferencias de jugadores formados en la academia se reinvierten en infraestructura y programas sociales. Además, empresas vinculadas al Estado y a la monarquía financian becas, viajes y materiales deportivos. De este modo, el modelo no depende exclusivamente del dinero público, sino que combina inversión estatal y gestión privada con un sentido de continuidad institucional. No hay improvisación ni dependencia de resultados inmediatos: el proyecto tiene objetivos a 5, 10 y 15 años.
Marruecos ya no es el futuro, es el presente .Han adoptado una cultura futbolística de la vieja escuela: de futbol de barrio, ahí están sus habilidades, todos lo practican en la calle, pero han logrado institucionalizar ese talento callejero en sembrar una filosofía que se retroalimente sola y crear un sentimiento de identidad nacional. Han aprovechado su cercanía con Europa para brillar en África. Han sabido aprovechar sus virtudes y hoy estamos viendo el fruto de un trabajo meticulosamente pensado para llegar al siguiente nivel .Marruecos ganara el mundial ¿Cuál? No sé, pero llegara más pronto que tarde. Apenas están empezando. Agarra nota, Jorge.
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