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#OPINION Por Humberto González Briceño: La alfombra electoral del chavismo

            La falsa oposición venezolana y su candidata María Corina Machado siguen prisioneros de su fundamentalismo electoral. Esto quiere decir que dentro de la diversidad y complejidad de la realidad política venezolana ellos lo reducen todo a una fórmula: La vía electoral. Todo son elecciones. Más nada. “Nadie nos sacará de la vía electoral” en un mensaje cuyo sentido entrelíneas no es otro que poco importa lo que haga el régimen chavista, nosotros seguimos adelante en la ruta electoral. Esto podría parecer un ejercicio de robusta coherencia y convicción, pero al estrellarse con la realidad se nos revela como una verdadera necedad.

            La realidad no es otra que una farsa electoral rodeada de incertidumbres, sin condiciones ni garantías para nadie y donde lo único cierto es que Nicolás Maduro será candidato y proclamado ganador. Esto es el resultado de tener un tinglado político, jurídico y militar donde el chavismo lo controla todo. ¿Cómo se lucha contra esto? No es precisamente con los votos que serán contados por el sistema electoral chavista ni esperando sentados a que el chavismo cometa un error como sugirió Luis Vicente León y otros.

            Para aminorar el gran escepticismo que reina en la población frente a esta nueva farsa electoral los epígonos de la falsa oposición no quieren admitir que se trata de una estafa o fraude electoral.  Ellos, mucho más delicados con el régimen chavista, prefieren hablar de “ventajismo” y aspiran a unas “elecciones competitivas”. Esto solo muestra la resignación a tragarse la rueda de molino de la farsa electoral pero que al menos les permitan inscribir su candidato.

            El chavismo por su parte a cada acto de postración de la falsa oposición responde no con compasión sino con más desprecio y ferocidad. La idea universalmente aceptada de una negociación es la de un intercambio que beneficie a las partes que intervienen. Para el chavismo la negociación es un mecanismo para distraer la opinión, ganar tiempo abonando futuras maniobras y arrebatar todo lo que pueda a cambio de nada. Esto solo se puede lograr bajo engaño e incumpliendo los acuerdos como siempre lo han hecho.

            Para la falsa oposición la negociación significa aceptar todas las condiciones que le pone el chavismo, darlo todo a cambio de nada con la esperanza que los chavistas al menos por pudor, por vergüenza, cumplan algo, lo que sea.  De ahí aquella respuesta de los falsos opositores a la hora de justificar sus posturas “el chavismo no se atreverá a…”. El resultado es que el chavismo se ha atrevido a hacer todo lo que se creía impensable, ha burlado todos los acuerdos, ha cruzado todas las rayas rojas simplemente porque puede hacerlo.

            Más allá de la metáfora bien se puede caracterizar la relación entre el chavismo y la falsa oposición como sadomasoquista. El chavismo disfruta propinando sesiones de dolor y la falsa oposición parece haberse acostumbrado a disfrutar de estas jornadas de sufrimiento. Y esto no cambiará a menos que esa oposición decida abandonar la sala de torturas, porque ha estado en ese lugar estos 25 años por su propia voluntad.

            Las negociaciones entre chavismo y falsa oposición nunca han tenido sentido ni justificación. Al menos no como han sido planteadas. Poco o nada puede poner la falsa oposición en la mesa para incentivar al chavismo a ceder algo que valga la pena. La falsa oposición no puede amenazar con una huelga general, ni siquiera con una ola de protestas porque por sus inconsecuencias hace mucho tiempo (¡2004!) perdió conexión con la calle.

            Tampoco puede la falsa oposición presionar al chavismo con la famosa “comunidad internacional” porque tal comunidad como un todo orgánico no existe. Lo que existen son Estados individuales que por razones de geopolítica deciden si les conviene o no tener relaciones con el régimen chavista. Lo único que se ha visto son tímidas sanciones por parte de los Estados Unidos que por su deficiente formulación no funcionaron ni funcionarán, y declaraciones diplomáticas de simpatía con la causa venezolana pero tampoco suficientes para que el chavismo ceda en algo importante.

            El chavismo si ha logrado vacilarse a la falsa oposición, a la “comunidad internacional”, a los Estados Unidos, a Noruega, a los países garantes, y a todos. En este proceso el régimen chavista logró la liberación de los narcosobrinos de Cilia Flores, con sentencia firme en los EEUU. También lograron quitarse las sanciones para seguir operando a sus anchas y por si fuera poco les devolvieron al traficante Alex Saab defendido por el régimen como un supuesto diplomático. En el mismo periodo de tiempo la falsa oposición, si hubiese querido, habría podido lograr la liberación de TODOS los presos políticos civiles y militares y la promesa de no más detenciones por motivos políticos.

La comparación puede resultar odiosa pero es pertinente. Con el mismo ímpetu que el chavismo defendió la liberación de Alex Saab la falsa oposición ha debido afincarse y hacer punto de honor en la liberación de los presos políticos, todos, incluyendo a los más antiguos, los policías metropolitanos y los hermanos Rolando, Otoniel y Juan Bautista Guevara. Pero por supuesto, los falsos opositores siempre distraídos por el señuelo electoral jamás se lo plantearon como parte de una efectiva negociación.

El papel que juega esta falsa oposición con Gerardo Blyde y María Corina Machado a la cabeza es lastimoso y patético. No pueden tener una estrategia propia porque el fundamentalismo electoral los pone en posición reactiva y de aceptar lo que el régimen les quiera lanzar. Invitan a los venezolanos a luchar con el arma del voto cuando millones han aprendido que en el sistema electoral chavista esa arma tiene un valor relativo cercano a cero.

Votar en estas condiciones no es un acto de rebeldía política sino más bien una terapia de grupo para sentir que al menos se trató de hacer algo, aunque sea inútil. Participar en esta farsa como están empeñados los falsos opositores y su candidata no es más que seguir siendo la alfombra electoral sobre la cual el chavismo patea y escupe.

Si quieren seguir haciéndolo, ese es su problema. Pero no nos pidan a los venezolanos que los acompañemos hasta el final.

 @humbertotweets

Humberto González Briceño

Maestría en Negociación y Conflicto
California State University

VENEZUELA Crisis y Definiciones

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