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Opinión: Retrato de un estado fallido, Por Iván Colmenares

Yo sé que Primitivo Cedeño tiene alumbrados a los guanareños, que se han acostumbrado en los últimos tiempos a recibir migajas, limosnas, burusas. Lo andan alabando por tapar huecos, poner bombillas y bombas de agua que luego no funcionan y publicar flayers jalándole bolas a Nicolás Maduro. Sigan así, mientras el estado continúa derrumbándose.

Mientras el señor disfrutaba con sus fiestas y sus chapuzones, Portuguesa se convertía en el primer estado del país en muertes en la Semana Mayor. El despliegue de seguridad fue muy publicitado pero los resultados fueron lamentables. El estado de las vías, el ejemplo que da el gobernador sólo para la diversión y el consumo de alcohol, fueron el detonante de ese primer título nefasto que lleva la gestión de quien lo vive, es quien lo goza.

La trágica guinda al merengue que desnuda miserablemente esta gestión de aspavientos, fue la explosión en una panadería artesanal en Bosques de Camoruco en Acarigua. Claro, nadie le va a echar la culpa a Tivo, aunque sí al régimen, que nos ha conducido a ser guardadores de gasolina, porque ya tenemos más de cuatro años de crisis de combustible, aunque se la garantizamos a Cuba para que no se le vaya la luz. Lo que sí hace responsable al Gobernador es que no se haya preocupado de recuperar o comprar ambulancias que den respuesta inmediata, que no se dote a los hospitales para esos casos o para una mordedura de serpiente, porque el suero antiofídico es un lujo para unos centros de salud, que no tienen ni siquiera gasas, algodón, alcohol o mucho menos, una sala para quemados. Con dinero que nadie sabe de dónde sale, paga a sus artistas favoritos, porque es fan de Peláez y de Velásquez, pero es incapaz de comprar aunque sea una ambulancia para cada hospital y eso que llama a Miraflores, tres veces al día, siempre para pedir. No sé si le darán. Él sabe que el que «no llora no mama, así ande con la paría”.

Dos ejemplos más del sector: En Biscucuy, en su hospital, llueve más adentro que afuera. En Ospino, el director es un fanático de la mezquindad, en Acarigua-Araure, no sé cuántas veces han inaugurado la emergencia. Y en Guanare, sea el “Miguel Oraá” o Fundasalud, a los pacientes les exigen para un parto, cesárea o cualquier cirugía, desde el algodón, pues es un cascarón vacío. Lo único que ofrecen es la mesa operatoria, oxígeno y las cajas de instrumentos. Piden una colaboración en divisas, supuestamente para mejorar las cosas. Los servicios en general desasistidos por fallas de agua potable, tuberías obstruidas, baños insalubres y fuga de aguas negras. Y los servicios de áreas y salas de hospitalización cerradas por falta de personal profesional capacitado.

Desde la Red Unida Portuguesa, elevaron la denuncia realizada por un grupo de pacientes renales de Acarigua, que fueron contagiados de hepatitis al momento de ser dializados en la unidad ubicada en la Avenida Alianza, que atiende a unas cien personas semanalmente y que depende del Instituto Venezolano de Seguros Sociales. Hay 89 personas contagiadas de hepatitis, lo que agrava su alto grado de vulnerabilidad. Y Primitivo bailando.
Las aguas servidas se han convertido en una calamidad, así como la falta de agua potable y los racionamientos y los apagones. Vi en un video de Lorenzo Piña, a la colega Maybi González exigiendo a sus vecinos, levantar la voz de protesta por lo que se avecina con las lluvias en Villa Araure, atravesada por los canales llenos de excrementos. Por menos, decía la periodista, antes cerraban una calle, secuestraban a un camión de Corpoelec o de la Alcaldía para que escuchara el problema. Lo mismo pasa en El Playón, frente al CDI, según la concejala Marcy Tobozo, la Negra. Y en La Goajira y Barrio Bolívar de Acarigua, corren las aguas cloacales al frente de la Unidad Educativa “Miguel Otero Silva”. Y eso es en todo el estado que gobierna la familia imperial, cuyos gastos excesivos no tienen origen y menos le informan al Consejo Legislativo, que no pide cuentas de nada.

Cierro por ahora, con los cilindros de gas. 2 mil en Papelón y 1.500 en Biscucuy. Casos como esos, hemos escuchado de Ospino, Boconoíto y otros municipios, cuyos alcaldes nunca dieron respuesta a las innumerables quejas de quienes pagaron por el servicio y no vieron más nunca sus bombonas. Y el mandatario se hace el musiú cuando le hablan del tema.

Menos mal que el compromiso es contigo. Así, así, así es que se gobierna.

IVÁN COLMENARES

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