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Opinión

Opinión: ¿Usted llamaría a Maduro un dictador?”, Por Leopoldo Puchi

La periodista Elizabetta Piqué, corresponsal del diario argentino La Nación en Roma, le pregunta a Arturo Sosa:

“Hace unas semanas el premier italiano, Mario Draghi, no usó eufemismos y llamó dictador al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.

¿Usted llamaría a Maduro un dictador?”.

El padre Sosa responde:
“Por supuesto, el régimen es un régimen dictatorial y Maduro es la cabeza de ese régimen dictatorial.

Solo que yo tengo una pelea mediática, porque los medios tienden siempre más a darle a la persona que al sistema”.

Al mismo tiempo, Sosa cuestionó a la oposición por no haberse mantenido en la senda electoral.

“Se perdió la ocasión de ratificar que esa es la vía”, aseguró. Y señala que se han perdido las oportunidades brindadas para la negociación.

“De parte de la oposición no ha habido la claridad suficiente para entrar en eso con una visión política de largo plazo”, afirma.

PARCO

Señala Piqué que la conversación con “el primer no europeo al frente de la congregación fundada hace 500 años por San Ignacio de Loyola” se realizó en una sala de la Compañía de Jesús, “a metros del Vaticano”.

Como introducción de la entrevista, la periodista resalta una novedad:

“Desde cuando fue electo superior general de los jesuitas, en octubre de 2016 (…) Arturo Sosa siempre fue parco a la hora de hablar de su país”.

En el titular, la entrevista destaca que se trata del “papa negro”, es decir, de un sacerdote de una jerarquía particular, a tal punto que en esta expresión solo el color de la sotana lo distingue del Papa de vestimenta blanca.

Y no estaría de más añadir que el papa que va de blanco, Francisco, también es jesuita.

MARIO DRAGHI

Que la entrevista haya sido realizada en ocasión de la publicación de su libro, “En camino con Ignacio”, no le resta implicaciones a lo dicho por un “papa” vestido de negro”, que declaró a metros del Vaticano y que antes siempre había sido parco.

Pudiera pensarse que fue simple franqueza al hablar o tal vez habilidad de la periodista para confesarlo, pero tratándose de un sacerdote con la formación para los asuntos del poder, hay que tomar sus palabras como un hecho político, un movimiento sobre el tablero, y no como un diagnóstico académico sobre la naturaleza del sistema político venezolano o meros consejos a la oposición por las oportunidades perdidas por no participar en los procesos electorales.

Al momento de declarar, no ignoraba el padre Sosa que cuando Mario Draghi llamó “dictador” al presidente Recep Erdogan, se generó una crisis diplomática entre Turquía e Italia.

También sabía que Draghi había actuado de manera impulsiva, a propósito de un incidente en una reunión del Consejo Europeo en Ankara.

Y, además, sabía Sosa muy bien que Draghi es un tecnócrata, al que se le permiten ciertas licencias, pero que sus modos políticos no son un ejemplo a imitar.

JOSÉ GREGORIO

Sosa no desconocía el impacto que podían tener sus palabras alejadas de “eufemismos”. Por algo fue parco durante años.

Por el momento, la ficha puesta en movimiento por el padre Sosa ya ha tenido como consecuencia que se han generado en Venezuela nuevas tensiones entre el sector eclesiástico y el Gobierno.

Esto ocurre, precisamente cuando se creía que ya se habían superado los tiempos más difíciles de esta relación, luego de acercamientos en los que han participado altos representantes de la Iglesia, y que se aceleraron con la reciente beatificación de José Gregorio Hernández.

Por supuesto, muchos jesuitas de acá, que han hecho parte de la dirección de la oposición extrema, no estaban muy satisfechos con esta mejora de las relaciones, pero no creían que desde tan alta jerarquía se aguijoneara el conflicto, como ha ocurrido.

LA PACIFICACIÓN

Ahora bien, por alguna razón se dice que los jesuitas son una organización militar y no una orden religiosa.

Claro, se exagera, pero en su formación está el poder, que es táctica y estrategia, cálculo y sentido de la oportunidad.

Desde esta óptica, la actuación al “estilo Draghi” del padre Sosa, también con su “crisis diplomática” de por medio, pudiera ser considerada como una “maniobra de diversión” que le brinda autoridad para abrir camino a otra política.

Con este fin, se habría envuelto en el estruendo de una afirmación que agrada al oído de los radicales una línea política moderada, la del retorno a la legalidad, a la vía pacífica y electoral de quienes apostaron al derrocamiento violento de Nicolás Maduro.

De ser así, no son consejos, es línea.


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