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Opinión

QUO VADIS EL SILENCIO DE LOS INOCENTES Por Edward Rodriguez


Con este título hoy identificamos a la mayoría de nuestro pueblo portugueseño, imbuido en un día a día de vicisitudes de una economía que harta y no vislumbra fórmula para equilibrar la esperanza de un bienestar social. Hablemos de una población que en el mejor de los casos dentro de un seno familiar, no albergue la situación de un ser querido aquejado con este virus que nos corroe y acorrala, porque de ser este el caso, indiscutiblemente hablamos de un presupuesto imposible de cubrir. Ante este escenario, esa distorsión de una economía que agobia y desnuda una realidad de nuevos niveles de pobreza que han sido determinados por el mismo gobierno regional como “condición de vulnerables”, y a quienes marcan como “base de misiones”; título este que debería adaptarse hacia un matiz de excelencia, ya que engloba en sí, la base de lo que ha sido la fórmula del desarrollo de las políticas gubernamentales. Cito, Mision Vivienda, Mision Barrio Adentro, etc.; de suerte que, una “base de misiones” supone la estructura principal del sistema, y no como hoy en día vemos que es el grupo social estigmatizado en niveles de pobreza y abandono total. No hay pues moral, para a través de toda esta algarabia que ha significado la “eventual participación de las bases”, para elegir a los candidatos del partido de gobierno, venir a disfrazar estas necesidades de la gente, con posibles soluciones inmediatas a los problemas. Toda esta debacle pasa por todo un proceso de transformación de lo qué hay.

Diríamos, una nueva revolución que ponga de relieve el desarrollo intelectual de la gente para que entiendan que lo principal es el bienestar de la familia, desde su base esencial como eje principal y transversal del ámbito social. Debemos elevar los niveles de exigencia educativa, donde el niño desde sus primeros encuentros aprenda no solo a amar a su país, sino; aprender principios de respeto, ética, moral y arraigo por su patria.Debemos por necesario, imponer a quienes se presenten como candidatos, la prueba de lo moral, ético y de conocimiento.

Veo candidatos con antecedentes penales, sin discurso, apenas saben hablar, no son éticos y menos aún, preparados intelectualmente para asumir retos de dirección política. Hay excepciones y son muy pocas.

Y observando bien el mapa, esto ocurre tanto en candidatos del oficialismo como de la nefasta oposición que es y ha sido cómplice de la debacle donde estamos. 

Debemos mirar al horizonte, mucho más allá de favoritismos o de circunstancias personales; debe pensarse en el país; debemos mirar a todos esos compatriotas en silencio, que esperan y esperan una salida a sus necesidades individuales. Debemos mirar al silencio de quienes por temor no se atreven o no pueden elevar su voz.

Debemos ser ese grito desesperado ante todo lo qué pasa y vemos. Debemos mirar al silencio de los inocentes. 

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