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Rompiendo patrones morales: Eduardo Leite, homosexual declarado representa tercera vía entre Lula y Bolsonaro: “Los dos polarizan Brasil”

Gobernador del estado de Río Grande do Sul, y el primero abiertamente gay del país, se ha convertido en la némesis política del presidente brasileño

¿Está Brasil preparado para cambiar a un presidente abiertamente homófobo como Jair Bolsonaro por un presidente gay? Eduardo Leite cree que sí. Este joven político de 36 años es el gobernador del estado de Rio Grande do Sul, y desde el extremo meridional del país sueña con dar el salto a la política nacional en las elecciones presidenciales de 2022.

Su andadura para lograr ser el candidato a la Presidencia del PSDB, el partido clásico del centroderecha en Brasil, se inició con una estruendosa salida del armario durante una entrevista que le estaban haciendo en la televisión. De repente, se convirtió en el primer gobernador abiertamente homosexual del país. Y recibió aplausos (casi) unánimes por su valentía.

“Entendí que en la posición que conquisté era importante hablar sobre eso para dar un ejemplo, para demostrar con absoluta naturalidad que la orientación sexual no tiene nada que ver con ninguna capacidad, con los valores o con cualquier otro asunto (…). Lo dije ahora para no ser acusado más adelante de oportunismo o uso electoral”, explica en una entrevista con EL MUNDO.

Y es que aunque aún falta más de un año para las elecciones, Brasil ya está en clima de campaña. Leite lo atribuye al “desastre” del actual Gobierno. A la gestión negacionista de la pandemia de coronavirus (que ya ha dejado alrededor de 600.000 muertos en el país latinoamericano) se suma el desempleo récord, el regreso del hambre (más de 19 millones de brasileños empiezan el día sin saber si van a poder comer) y una inflación descontrolada.

Por si fuera poco, las optimistas perspectivas de recuperación económica están siendo revisadas a la baja por las crisis que crea el propio presidente, que lleva meses atacando el sistema electoral y la Justicia, adelantando ya la estrategia de contestar una eventual derrota en las urnas.

“La escuela de Bolsonaro es la misma de Donald Trump, las técnicas y las narrativas son muy parecidas, así que es bastante probable que se intente construir aquí algo parecido a lo que ocurrió en el Capitolio [el asalto del pasado 6 de diciembre a la sede del legislativo estadounidense]”, dice Leite, que en todo caso cree que las instituciones democráticas brasileñas tienen la madurez suficiente para contener intentonas golpistas.

Con toda esta tensión como telón de fondo, el regreso del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva es, a día de hoy, la opción preferida de los brasileños para pasar página. El líder del Partido de los Trabajadores (PT) es el favorito en todas las encuestas. Por detrás de los dos, a mucha distancia, están el resto de políticos brasileños que, como Leite, quieren postularse como la tercera vía.

“Hay un sentimiento de cambio, claro, el rechazo al actual Gobierno es muy fuerte. Eso impulsa las intenciones de voto a Lula, pero el ex presidente también tiene un rechazo fuerte, que a su vez impulsa los votos de Bolsonaro. Los dos se retroalimentan, claramente. Pero los dos también polarizan los índices de rechazo”.

Ese alto porcentaje de brasileños huérfanos, que en realidad no quieren ni una cosa ni la otra y que irán a votar con desgana son la esperanza que tiene Eduardo Leite para crecer en la próxima contienda electoral.

De momento, es un rostro bastante desconocido para el brasileño medio (tiene apenas el 3% de intención de voto, según la última encuesta de Datafolha), pero él confía en revertir la situación en cuanto empiece la campaña y salga a recorrer el país.

Recientemente, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, presidente de honor del PSDB, dijo que si el escenario se mantiene como está y Bolsonaro y Lula se enfrentan en el segundo turno, optaría por el líder de la izquierda, lo que descolocó a buena parte de su partido, Leite incluido. Lula, al menos, es un demócrata, defendía el veterano ex mandatario.

El joven gobernador está de acuerdo, pero ve precipitado decantarse por Lula con tanta antelación. Además, considera que la retórica del ex presidente y los errores del Partido de los Trabajadores, con la crisis generada en el Gobierno de Dilma Rousseff y los monumentales casos de corrupción, “acabaron creando el terreno fértil” del que surgió la ultraderecha.

Pero además de señalar culpables, Leite también hace autocrítica, y es que en las elecciones de 2018, votó a Bolsonaro. Entendió que era el mal menor para evitar que el PT regresara al poder. Ahora dice estar “arrepentido”, y asegura que no tropezará dos veces con la misma piedra. “Voy a trabajar hasta el último minuto para que no haya ese segundo turno que sería una tragedia para el país. Lo que sí digo es que no hay la más remota posibilidad de que vote a Bolsonaro”.

Para convencer a los brasileños, Leite hará gala de la recuperación fiscal de su estado, que estaba en bancarrota y empieza a ver la luz al final del túnel a base de un duro paquete que combina recortes y privatizaciones.

Leite, además, es uno de esos jóvenes sobradamente preparados: antes de gobernador fue concejal y alcalde de su ciudad natal, Pelotas, y aún tuvo tiempo de estudiar políticas públicas en la Universidad de Columbia, EEUU.

Pero antes de lanzarse a cazar votos Brasil adentro tendrá que convencer a su partido, que celebrará primarias en noviembre. Su principal rival es el gobernador de São Paulo, João Doria, que ha hecho del embate directo contra el presidente Bolsonaro su principal herramienta de márketing político.

Leite dice que tienen “estilos diferentes” y que lo importante es construir una alternativa viable para Brasil. “La única forma de pacificar Brasil es no mantener al presidente y no volver al presidente antiguo. Tenemos que cerrar este capítulo y abrir otro nuevo para el país“, confió.

Fuente ElMundo

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