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Terror, La 400 Mawozo de Haití: una banda criminal más poderosa que los cuerpos de seguridad

En la foto: Una mujer vende piñas durante una protesta en Puerto Príncipe.

Los autores del secuestro de 17 miembros de una comunidad cristiana norteamericana hacen alarde de su músculo aterrador en el pobre país caribeño

“Ya no importa el nivel económico que tengas. Todos podemos ser víctimas en algún momento. Y todos pensamos que algún día tendremos que salir del país”. Las palabras de un residente de Puerto Príncipe reflejan la desesperanza que impera en Haití.

Hastiados del creciente poder de las bandas criminales que aterrorizan la paupérrima nación caribeña, miles de ciudadanos paralizaron el lunes la capital en señal de protesta por la crónica incapacidad estatal para confrontarlas. Pero la huelga general será otro intento fútil por sacudir a un gobierno débil, que el domingo también sufrió el ataque de una de las bandas más fuertes.

Cuando el primer ministro, Ariel Henry, pretendía rendir el homenaje anual al padre de la patria, Jean-Jacques Dessalines, en el histórico Puente Rojo, un grupo de hombres armados de la banda G-9 disparó al aire y a la comitiva presidencial, en la que se encontraba el director de la Policía Nacional, Leon Charles.

Henry se vio obligado a salir corriendo y trasladar la ceremonia a otro lugar más protegido. Lo mismo le había sucedido al fallecido presidente Jovenel Moise en los últimos tres años. Todo ello a pesar de que el Puente Rojo está enclavado en una de las arterias principales de la capital haitiana, que lleva el nombre de Dessalines. Fue otra de tantas demostraciones de que la mayoría de los barrios de Puerto Príncipe escapan por completo al control gubernamental.

Y tanto a Jimmy Cherizier, alias “Barbecue”, jefe del G-9, como a Wilson Joseph, alias “Lanmó San Jou”, cabeza de la 400 Mawozo, que el sábado secuestró a 17 miembros de una comunidad cristiana norteamericana, les gusta hacer alarde de su poderío. Acusado de homicidio, extorsión y secuestro, entre otros delitos, “Lanmó San Jou” (en idioma créole significa algo así como que uno no sabe cuándo llega la muerte) ha subido a redes sociales vídeos donde relata los pormenores de algunos de sus crímenes.

Su bastión es el área de Croix de Bouquetes, en el este de la capital, ruta hacia la frontera con República Dominicana, la zona de donde se llevaron a las siete mujeres, cinco niños e igual número de adultos de la Christian Aid Ministries, con sede en Ohio. La banda pidió ayer un rescate de 17 millones de euros (uno por persona) para liberar a los misioneros estadounidenses, según informó el ‘Wall Street Journal’, y la negociación podría durar semanas.

La 400 Mawozo ha sembrado tanto terror que viajar hacia el país vecino supone correr un enorme riesgo. Acostumbran a retener vehículos de todo tipo y secuestrar a sus ocupantes, como hicieron con los norteamericanos. Les señalan de ser responsables del 80% de los más de 600 secuestros de los primeros nueves meses del año. Entre sus últimas víctimas figuran camioneros dominicanos, de ahí que la asociación haitiana que reúne a los transportistas haya sido la principal promotora de la huelga contra la ola de violencia.

Niños frente a un orfanato en Croix-des-Bouquets.AP

Aunque la 400 Mawozo significa novatos en el idioma local, la realidad es que sus integrantes actúan como consumados y despiadados asesinos, que no dudan en recurrir a las violaciones, el trato brutal a los rehenes y los homicidios selectivos para imponer su ley.

También cobran un impuesto a empresarios, comerciantes y cualquier persona que genere el más mínimo ingreso, a cambio de dejarles en paz. Según cuenta una fuente local, que pide anonimato, hace poco asesinaron a un productor de mango que se negó a pagar la extorsión. Para evitar caer en sus redes, miles de familias deciden abandonar los barrios bajo su dominio. Igual sucede con los que soportan la barbarie de la G-9, que tiende sus tentáculos prácticamente sobre todo Puerto Príncipe.

A “Barbecue”, ex policía expulsado del Cuerpo por participar en graves violaciones a los derechos humanos, como la espantosa masacre de Lasalin, le relacionaron en su día con el fallecido Jovenel Moise. Ya sea por esa supuesta alianza o por el enorme poder que conquistaron desde que se unieron varias bandas criminales para conformar la G-9, en junio del 2020, el caso es que se pasea con total impunidad por las calles de Puerto Príncipe, acompañado en ocasiones de figuras públicas y un ejército de hombres armados con fusiles automáticos.

También ha osado amenazar con asaltar la Penitenciaría Nacional, la Administración Portuaria Nacional y la Aduana, entre otras entidades. Para evitar que consiguieran su propósito con la Aduana, el gobierno debió cambiar la localización de su sede.

La razón de Moise para asociarse con “Barbacue”, según dijeron en su día, sería para que la banda controlara los disturbios que causaban las numerosas manifestaciones que organizaban en su contra por la deriva autoritaria de su gobierno, una corrupción rampante y los altos niveles de pobreza.

Tampoco se puede ignorar a la banda de Gran Ravine, dedicados en buena medida al secuestro. Exigen en los rescates cifras tan desorbitadas, que las familias no pueden pagar y ellos no dudan en asesinar a sus víctimas, le dice a EL MUNDO un residente en Haití. “Secuestraron a una niña de seis años, hija de una vendedora callejera de maní, le pidieron 50.000 dólares, y al ser imposible pagarlos, asesinaron a la niña”, rememora. “Hay personas que cuentan cuando las liberan que han estado con otras 40 en la misma situación. Y el flagelo del secuestro y el terror que siembran hace que muchas familias busquen salir del país. Cierran empresas, lo que genera desempleo, e intentan emigrar hacia Estados Unidos”.

Diario El Mundo de España y Agencia REUTERS

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