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Afirma Er Conde “En Venezuela solo quedamos dos comediantes, Maduro y yo”

Bancamiga

Benjamín Rausseo, Er Conde del Guácharo, cumple 35 años de carrera y los celebra con presentaciones en los hoteles Eurobuilding Caracas y Maiquetía. El comediante, cineasta, músico y abogado se lo pensaría para ser candidato presidencial otra vez si existiesen las condiciones en el país. En este momento está enfocado en su lado empresarial: acaba de lanzar su propia marca de vino

Benjamín Rausseo siempre está inventando algo. Acaba de lanzar su propia marca de vinos gracias a una alianza con viñedos en Chile y para el año que viene espera estrenar su quinta película, Bachaqueros y furiosos, una parodia de la exitosa saga protagonizada por Vin Diesel.

Además de cineasta y empresario, ha sido músico, profesor, abogado y hasta candidato presidencial. Ahora cursa un doctorado en Ciencias de la Educación en la Universidad Bicentenaria de Aragua y aprende italiano.

Pero la gente siempre lo recuerda por ser el creador e intérprete de Er Conde del Guácharo, con el que dibujó la cultura y el comportamiento de los venezolanos nacidos en el Oriente del país.

Hace 35 años que Rausseo presentó a Er Conde como trabajo final de sus estudios de Arte Dramático. Se lo mostró a quien considera uno de sus maestros: Levy Rosell. “Con este personaje te harás millonario”, le dijo su mentor. En ese momento no lo creyó, pero con los años, tras perfeccionar el monólogo adaptándolo a las nuevas generaciones e incluyendo cada vez más ocurrentes situaciones, se dio cuenta de que Er Conde le daría de comer.

Conde
«Mucha gente piensa que yo me puse un día un sombrero y unas alpargatas y empecé a decir groserías. Eso fue un trabajo de grado bien pulido, bien llevado» / Archivo

“Mucha gente piensa que yo me puse un día un sombrero y unas alpargatas y empecé a decir groserías. Eso fue un trabajo de grado bien pulido, bien llevado. El secreto ha sido sorprender cada vez más a la gente con algo nuevo, porque si no tendría 35 años diciendo el mismo discurso. He seguido las indicaciones de Charles Darwin, que dice que las especies que sobreviven son aquellas que se adaptan a los cambios”, señala el actor, que, para celebrar su aniversario, se presenta este viernes 8 de noviembre, a las 8:00 pm, en el Hotel Eurobuilding Caracas y el sábado 9 en el Eurobuilding de Maiquetía.

También actuará en Barquisimeto, San Flipe, Maracay y en Maracaibo para la Feria de La Chinita. El 19 de noviembre viajará a Europa y a finales de mes estará en Los Valles del Tuy.

“Tenemos bastante trabajo a pesar de todo: se ha reducido bastante la cantidad de público. Si antes iban 1.000 personas, ahora van 500 o 600. Entendemos la situación del país”, dijo.

Actualmente está en modo empresario con la promoción de su vino Benjamín Rausseo, que ya está a la venta en Venezuela y espera llevarlo a otras naciones.

Y no es casual. Considera que el país requiere empresarios para su recuperación: “Vamos a necesitar muchos empresarios de corazón que están dispuestos no a ver a Venezuela como una madre que le alcahuetea todo, sino como una hija que nos necesita en este momento”.

—¿Cómo evalúa sus 35 años de carrera?

—Me siento sorprendido y satisfecho. Creo que en 35 años de carrera Dios ha sido muy bueno conmigo al permitirme durar tanto tiempo. Han sido años de altos y bajos, porque no es fácil, sobre todo porque he visto gente que sube, se mantiene y después no los ves más, pues dependen del éxito de una canción o de un personaje. Creo que me he adaptado a los nuevos tiempos. Uno tiene que ir cambiando las rutinas de acuerdo con las nuevas generaciones. No es lo mismo cuando empecé en 1985, no había Internet ni celulares. Ahora tienes otros mundos en las redes sociales y otros comediantes que han surgido como una nueva ola. Cuando empecé era el más joven de los cómicos viejos, ahora soy el más viejo de los cómicos jóvenes. El abuelo Pitufo. Pero he visto crecer a esos muchachos. Los felicito. Estoy contento de que ellos están porque son la generación de relevo.

—¿Ha pensado en presentar Er Conde del Guácharo en las redes?

—Creo que entré muy tarde al mundo del Internet. Sabes que uno viene de La Romana Vieja y le tiene miedo a algunas herramientas. Pero a medida que vas agarrándole el gusto vas haciendo cosas. Eso ya debe manejarlo un equipo porque es mucho trabajo. Es una responsabilidad subir contenido que valga la pena. Porque la idea no es subir contenido por cumplir con el día o el horario. Hay que subir cosas que sean graciosas, interesantes, que sean un poco de la cultura de la información. Creo que para allá es que vamos con estos shows.

—¿Qué recuerda de sus comienzos?

—Lo que más recuerdo son los primeros días. Fueron muy duros. Yo estudiaba en 1985. Terminé y después creo que lo más importante fueron esos primeros escalones. Conté con la ayuda de muchos actores como Cayito Aponte, Claudio Nazoa, Luis Rivas. Yo era la mascota de La Guacharaca. Me ayudaron muchos estudiantes de Medicina y Arquitectura a que lograra mi sueño. De ser un desconocido pasé a llenar el Aula Magna. Eso marcó mi vida. Trabajé con actores importantes y preparados como el staff de La Guácharaca. La crema de la cultura de la época se paseaba por ahí: Aldemaro Romero, Ben Amí Fihman, que fue mi maestro en gastronomía y me llevó a viajar y me inculcó la cultura de los idiomas.

Yo le debo a mucha gente a la que lamentablemente no le puedo devolver el favor. Entonces lo que hago es ayudar como puedo a las personas que vienen subiendo. De esa manera hacemos una cadena.

—¿Qué novedades puede adelantar de estas presentaciones?

—Siempre estamos cambiando. Recuerda que voy modificando el repertorio. Dependiendo del público, lo que hago es agregar temas que vayan surgiendo: los más cercanos, los que la gente quiere escuchar. Hay muchos que tienen tiempo sin verme, y entonces tienen cosas nuevas. Otros van continuamente y entonces siempre les echo historias distintas. Al final creo que todo es una excusa para encontrarse con las panas, salir adelante. Porque de verdad que la presión en el país no es normal. Hay gente que quiere un poco de catarsis y con todos los problemas siempre hay que sacar un momento para uno. Cantamos, lloramos, reflexionamos. Es como un encuentro entre hermanos que tienen tiempo sin ver.

—¿En qué punto Er Conde es el personaje que se conoce hoy día?

—Creo que eso se lo debo a dos personas. Orlando Urdaneta, que fue el primero que me llevó a la televisión. Luego se acabó el ciclo y quedé en el aire. Entonces le hablaron a Amador Bendayán de un muchacho oriental que echaba chistes. Un día me vieron en La Guacharaca y a partir de ahí comencé en Venevisión. Eso fue lo que catapultó al personaje. Luego tuve muchas experiencias. Hice televisión, animación, acrobacias, chistes, rutinas, cantaba. Hice de todo.

—¿Se lanzaría otra vez a candidato presidencial?

—A mí me gusta mucho la política. Tengo una visión de país que me gustaría compartir un día con la gente, si se da la oportunidad. De haber condiciones reales, de verdad, sin paisajismo ni nada, yo lo pensaría. Pero en este momento estoy modo empresario. Hay muchos políticos que están ocupados con el día a día. Mientras los políticos están ocupados en sus quehaceres, estamos aquí produciendo alimentos, salsas, condimentos. Porque cuando hay gente que deja espacios, enseguida se llenan por otras marcas. En eso estamos nosotros. Primero consolidando la parte empresarial y haciendo alianzas con todos los empresarios en todo el país.

—El año pasado le suspendieron sus shows en tres estados por la parodia que hizo del atentado contra Maduro.

—Lo que pasa es que algunos gobiernos, no solo este, sino el anterior y el anterior, no aceptan el chiste. Lo ven como una burla. Pero hay que entender que el trabajo del humorista es hacer chistes de los gobernantes, no que los gobernantes hagan chistes con nosotros los venezolanos. La cosa es al revés. Entonces no. Me pueden revisar mis líneas, mis conversaciones. Yo solamente estoy concentrado en trabajar y producir. Soy feliz porque hago shows. Trabajo como empresario entre semana y los fines de semana me libero, esa es mi catarsis.

—¿Teme ser censurado?

—No, hasta ahora no me han censurado. Puede que de manera indirecta. Pero bueno, lo que pasa es que también uno tiene que tener como un límite. Es decir, hasta dónde llega uno. Porque a veces una palabra de uno, un chiste, puede beneficiar o perjudicar mucho. Hay que tener cierto tacto.

—¿Por qué se sigue presentando en Venezuela?

—A mí cuando me dicen “por qué no te vas”, yo digo: ¿por qué no te quedas? Todos los cómicos, los comediantes, se han ido. Los únicos que quedamos somos Maduro y yo.

—El año pasado lo operaron de emergencia por un derrame nasal. ¿Cómo se encuentra de salud actualmente?

—Yo aprendí a convivir con eso porque no es de ahorita. Es de hace mucho tiempo. Tengo una deficiencia cardíaca y soy hipertenso. Pero todo eso está bien controlado. Y los médicos me dijeron, ojalá no me mientan, que de eso no me voy a morir. Mi papá cumple en enero 97 años. Espero ser hijo de él para tener la misma expectativa de vida. Siempre estamos pendientes de las pastillas, el control. Tengo gente cerca que siempre me está chequeando. La tensión es una cosa que actúa silenciosa.

—¿Qué opina del humor que se hace hoy día?

—Tiene sus pros y sus contras. A veces el lenguaje que usan no es el apropiado. Tengo algunos amigos que hacen eso y espero que entiendan que un canal de Instagram es igual que un canal de televisión o una emisora radial. Lo puede ver mucha gente. Entonces, yo que vengo del humor subido de tono, más bien le he ido bajando. Porque a veces no es necesario subir el tono o burlarse de la condición de ciertas personas para producir el humor. Creo que hacia allá vamos. No estoy hablando como un converso, sino que simplemente entendí que se puede hacer humor sin caer en cosas burdas.

—¿Que no ofendan?

—Claro, que no ofendan y que no hagan un daño colateral. Son cosas muy delicadas.

—¿Y eso no sería censurar el humor?

—Lo que pasa es que aquí hay dos tipos de censura: la política, que es cuando los organismos del Estado están pendientes de ver quién dice qué y cómo lo dice. Y la censura moral, que dice que estás subido de tono o que está fuerte lo que dices. Lo que les diría a los humoristas, comediantes, tuiteros, youtubers, todo eso, es que simplemente se pongan en los zapatos del otro. Que sigan metiendo candela, que suban contenido, pero que estén seguros de que será bueno. Es preferible no postear nada un día o dos, y que cuando lo hagas la gente te recuerde y se logre el cometido.

—¿Qué hace cuando no está de gira?

—Gracias a Dios siempre estoy de gira porque tenemos dos ocupaciones: hacia Caracas-Oriente y Caracas-Occidente. De vez en cuando me agarro un día o dos para descansar, organizar las cosas, el desorden del apartamento y todo eso.

—¿Qué son el fracaso y el éxito para Benjamín Rausseo y Er Conde del Guácharo?

—El fracaso son las materias que ves cuando estás estudiando para ser exitoso. No hay fracaso. Lo que hay es que equivocarse, pero de una manera que no repitas. Creo que he fracasado más en mi vida de lo que he triunfado. Pero al final hago un balance y creo que voy bien. Y todavía me falta seguir fracasando en muchas cosas. Porque todos los días estoy inventando o aprendiendo algo. Ahora estoy sacando un doctorado. No sé con qué tiempo lo hago. He aprendido a distribuirlo con base en la lógica y las prioridades.

Fuente El Nacional

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