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Agrónomos estiman que veremos consecuencias de la improductividad de la tierra en el primer trimestre de 2021

En Venezuela no solo disminuyeron las hectáreas productivas, sino que el bajo respaldo crediticio no permite a los productores acceder a herramientas e insumos para generar mayor eficiencia de sus tierras.

Casi la mitad de lo que se produjo de maíz en 2019 se ha dejado de sembrar este año. Apenas se están cultivando 113 mil hectáreas de maíz, una pérdida de casi la mitad, comparado con 2020 cuando se alcanzaron las 200 mil hectáreas.

La mayor parte de la producción la sostiene el estado Portuguesa, cuyos productores mantienen activas alrededor de 70 mil hectáreas para este rubro. Los otros estados quedaron muy rezagados, sostiene el presidente de la Sociedad de Ingenieros Agrónomos y Afines (SIAA), Saúl López, en el último informe titulado Productividad en el sector agrícola venezolano. “Sin crédito, emprender y asumir un tema de negocio agrícola es muy difícil”, dijo.

El 22 de abril de este año Nicolás Maduro prometió 900 mil hectáreas productivas de maíz, pero a juzgar por lo últimos indicadores estos números no podrán alcanzarse: desde el año 2000 hubo una reducción del 61% en la producción de cereales.

Para junio la Sociedad de Ingenieros estimaba un déficit de alimentos de un 60%. 1 millón 90 mil toneladas por mes se necesitan para cubrir las necesidades de cada ciudadano, no obstante, contabilizaron solo 450 mil toneladas mensuales de alimentos disponibles.

Según SIAA no solo ha disminuido las hectáreas productivas de cereales, sino la eficiencia de esas hectáreas para la producción. De 4 toneladas de cereales que se producían por cada 10 mil metros cuadrados, actualmente solo se producen 2,8 toneladas. Con esta disminución en la producción el ingeniero proyecta que bajará aún más la disponibilidad de alimentos, sobre todo en los meses de enero, febrero y marzo, los que son menos productivos para el sector agrónomo.

¿A qué se debe?

El ministro de Agricultura y Tierras, Wilmar Castro Soteldo, impuso en noviembre de 2018 el precio del maíz blanco y amarillo húmedo en 16 bolívares, mientras la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela (Fedeagro) estipulaba que el precio mínimo debía ser de 40 bolívares, más del doble que la regulación.

  
De 75 mil hectáreas de arroz que se producían para 2019, para este año se pasó a 35 mil | Fotos William Urdaneta | Archivo

El análisis detalla que la caída en la producción de cereales es consecuencia de este tipo de regulaciones. “Se debe a los controles de precios a los cereales por parte del Estado, la baja capacidad productividad por la obsolescencia de la maquinaría y el rezago tecnológico”, expresa textualmente.

López señaló que al ser el maíz un alimento indispensable para la dieta del venezolano, el gobierno aplicó controles que terminaron afectando en la producción. Resaltó que tampoco hubo interés de los productores en incorporar tecnología, como el monitoreo con drones que genera un aumento de la producción en un 20% y disminuye los costos en un 25%.

En un índice del 1 al 100 de infraestructura agrícola, donde se incluye maquinarias, sistemas de riego, drenaje y adopción tecnológica, la SIAA detalló que Venezuela apenas alcanza el nivel 15, cuando en Sudamérica el promedio de equipos agrícolas es 39 y en el mundo es 48, es decir, el país va tres veces más atrás a nivel internacional.

Vegetales

El informe detalla que el nivel de productividad de los vegetales, aunque ha ido decayendo desde 2014, para 2018 se mantenía a niveles competitivos en todo el mundo, con 194 toneladas de alimentos por cada hectárea productiva.

Sin embargo, López explicó que las semillas de hortalizas importadas representan el 30% de los costos de producción, unos 300 dólares por hectárea, lo cual generan altos costos que no todos los productores pueden pagar.

Agregó que muchos de estos productores han tenido que migrar de semillas de primer nivel que son conocidas como S1, a semillas S2, S3 y hasta S9 que son buenas, pero no generan la misma eficiencia productiva. Estima que no haya la misma eficiencia productiva por hectárea de los vegetales para los próximos meses.

De las 105 mil hectáreas productivas de vegetales que había en 2014, según el ingeniero, para este año solo hay 25 mil. Sin embargo, López señaló que, a diferencia de los cereales, los productores de vegetales no tienen tanta presión para la venta de sus insumos.

“A Coposa y a Polar los pusieron en la mira, entonces ahí ya generas miedo, incertidumbre, riesgo en la gente. En las hortalizas no ha sido así por eso se ha mantenido más rentable ese negocio en el tiempo”, expresó.

Tierras improductivas

De acuerdo con la SIAA nueve millones de hectáreas pertenecen al Instituto Nacional de Tierras, por lo que proponen al Estado establecer un programa de alquiler de tierras para los grandes agronegocios del mundo que genere capital y empleos.

López estima que hay aproximadamente seis millones de hectáreas que el gobierno expropió y que para el 2020 no producen a más del 10% de su capacidad.

Fertilizantes

López expuso que se necesitan al menos unas 220 mil toneladas de fertilizantes, pero solo se importó un aproximado de 90 mil toneladas. Indicó que la Petroquímica de Venezuela (Pequiven) no es abastecida con suficientes materias primas por lo que estima que en el mejor escenario se logren 120 mil toneladas en total.

  
De las 105 mil hectáreas productivas de vegetales que había en 2014, hay 25 mil en 2020

Indicó que anteriormente la estatal abastecía hasta un 80% de la demanda nacional pero el estado de la empresa tampoco permite aumentar la producción de estos insumos, vitales para el proceso de cosecha. “No hicieron las inversiones en el tiempo necesario (…) para este ciclo producían más de 350 mil toneladas, era la gran empresa petroquímica”, dijo.

López cerró comentando que, aunque el Gobierno nacional entregue insumos y créditos a pequeños campesinos, esto no va a convertirse en producción para el país, mientras no haya acompañamiento y supervisión crediticia para aprovechar dicha inversión.

De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) de 2018 a 2020 aumentó de 32 a 33% el índice de personas con inseguridad alimentaria severa, de 31 a 36% el porcentaje de inseguridad alimentaria moderada, mientras 30% de los niños menores de cinco años padecen de desnutrición crónica.

Aparte del abigeato, la falta de créditos, y la escasez de fertilizantes, los productores del campo se han visto perjudicados por la escasez de combustible lo que ha generado grandes pérdidas mayormente de hortalizas y frutas que se quedan en los centros de producción o varados en medio de la vía.

Pese a ello, el Gobierno nacional no ha aplicado políticas para aumentar la producción, sino que genera mayores trabas y prioriza las importaciones.

José Rivas 

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