La crisis política en Venezuela, constituye un factor de alta preocupación por la complejidad de la misma, causa dificultades a toda la población y resulta perjudicial para la Democracia. Los últimos acontecimientos apuntan a la desesperación del régimen por apoderarse de la Asamblea Nacional (AN), porque reconocen que tiene carácter legítimo ante la sociedad civil interna y ante la comunidad internacional.
Al régimen no le interesa las consecuencias del Covid-19 porque está persuadido que la propia Pandemia en Venezuela es Maduro, a quien sólo le interesa el poder, para quedarse atornillado allí para siempre; por eso, él y sus adeptos políticos intentan acabar con todo lo parecido a unidad, innovación, cambio democrático o transformación social e institucional.
La arremetida, vista como un zarpazo en contra del histórico partido Acción Democrática (AD), así como también, en contra del partido Primera Justicia (PJ), Un Nuevo Tiempo (UNT) y Voluntad popular (VP), pretende cercenar los derechos políticos y civiles de esas organizaciones políticas, las quieren eliminar de la vida pública nacional como verdaderas y legitimas organizaciones opositoras al régimen acorralándolos, judicializando su funcionamiento y designando, directivas “Ad Hoc” nombradas por el TSJ, para colocarlas a sus intereses y patrañas, pero al mismo tiempo, para frenar cualquier posibilidad de unión nacional donde puedan converger los distintos sectores de la sociedad civil porque lo puede pulverizar en eventuales comicios electorales.
El interés de la dictadura consiste en eliminar todo lo relacionado con las organizaciones que durante 40 años, tales como el partido Socialcristiano Copei y AD (1958-1998), lucharon por construir la Democracia, la defendieron, la preservaron para las nuevas generaciones, por tanto, esa aspiración le queda grande a un régimen, cuya debilidad popular supera el 82% de rechazo. No podrán nunca, con la invencibilidad de un pueblo que ya no aguanta más. Hasta cuando tantos errores políticos, tantos infortunios a la población.
La dictadura sabe que nombrando un CNE a su medida es disfuncional a sus propósitos de eternizarse en el poder, esa argucia se les caerá como un castillo de naipes, porque su tiempo ya paso, ahora le toca al pueblo, le toca al ciudadano regir su destino, son los ciudadanos organizados mediante una dirección política unitaria la que debe decidir qué hacer con el porvenir de nuestro país.
El zarpazo que pretendieron aplicar a la Unidad Nacional, no pasara porque las pretensiones de la dictadura, se puede convertir en los próximos días, en un boomerang político para el régimen por las siguientes razones:
1.- Todas las direcciones políticas de los partidos a los cuales se pretende imponer directivas, se pueden acordar en una sola plataforma política.
2.- La misma dictadura, ha creado las condiciones que incitan a un gran acuerdo nacional de los distintos sectores del país.
3.- La ciudadanía en general (82%) está de acuerdo en apoyar un acuerdo de Unidad Nacional.
4.- El confinamiento obligatorio, ha despertado la conciencia ciudadana, generando una reacción social con un movimiento de masas jamás visto en el país, en busca de la libertad y la Democracia.
5.- Por último, considero que estamos frente a un momento estelar para un entendimiento nacional, apegado al sentimiento del pueblo, así como a la participación nacional por la unidad y por la democracia.
@joaquinchaparro / Dirigente Regional Copei-Zulia.
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