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La innegabilidad ideológica de Venezuela

Bancamiga

Si es verdad que el fenómeno político venezolano ha influido en los fenómenos políticos de otros países, también es cierto que ocurre al contrario. Esto último ha sido positivo porque ha contribuido a romper con la hegemonía política y cultural que la clase política tradicional venezolana había mantenido durante 61 años: su visión victimista del venezolano y la visión estatista del gobierno como consecuencia. Los fenómenos políticos VOX en España, Bolsonaro en Brasil o Trump en Estados Unidos brindan referentes distintos a los que conocíamos políticamente en nuestro país. Involucrarnos con esos fenómenos también hace parte de ese proceso.

El fin de los tabúes tiene que ver con el uso que se da en estos tiempos a las denominaciones izquierda y derecha. Pero antes de abordar este fenómeno localmente, es bueno tener en cuenta que estas denominaciones se usan para determinar dos tipos de corrientes totalmente distintas en un fenómeno político.

En términos generales, la izquierda es de naturaleza revolucionaria mientras que la derecha es contrarrevolucionaria. El atributo “revolucionario” viene dado por la necesidad de subvertir el orden establecido en todos los niveles de la vida del hombre y a escala global. Mientras que el atributo “contrarrevolucionario” viene dado por la tendencia a preservar lo que ha perdurado en el tiempo generación tras generación y que define la identidad y la cultura del hombre en su entorno. La derecha es reaccionaria a lo revolucionario, es por ello conservadora. En esto profundizan el profesor Olavo de Cavalho de Brasil y el filósofo Roger Scruton de Inglaterra de manera espectacular.

En Occidente existen similitudes generalizadas entre las izquierdas y las derechas, como por ejemplo las derechas con la defensa de la familia, Dios y la Patria y las izquierdas con la agenda progre en el marco de la justicia social. Sin embargo, en Venezuela, desde la llegada de la democracia con Acción Democrática y COPEI, no había existido formalmente una fuerza política de derecha que les hiciera contraste. Era mal visto serlo y esto tiene una explicación lógica: el fenómeno político desde entonces tiene como su centro la justicia social y las promesas que de ella se desprenden. Todos competían en torno a ello. Por eso cuando hablo del nacimiento de la democracia venezolana en 1958, también hablo de la instauración del socialismo como el modelo ideal —no en vano los políticos tradicionales se califican de socialistas democráticos, demócrata social, socialcristianos o el que más les gusta: socialdemócratas—.

En un contexto así, ser calificado de derecha era entonces ser “la oposición” del momento. De allí que cualquier expresión que fuera en contra de ese socialismo era tachado de “neoliberal”, como si la misma palabra fuera una invocación al mismo demonio. Todo lo que no fuera entre AD-COPEI en esos 40 años era visto como fuera de juego, o como funciona en nuestros días: como retrógrados, patiquines o radicales.

El contexto político venezolano de ahora, luego de 21 años de chavismo, tiene mucho de eso dentro de sí. Si en efecto las malas costumbres de los gobiernos de la “guanábana” fueron tecnificadas, mejoradas, ampliadas y consolidadas por el chavismo, también fue incrementada la demonización hacia la “derecha”. El chavismo comunista ha señalado a la oposición socialista (hoy conocida como la MUD, que no es más que la familia AD-COPEI con sus hijos) de “la derecha”. Ante este señalamiento, los actores de la MUD han empeñado más sus esfuerzos en demostrar que ellos no son esa “derecha” que ellos también señalaban cuando gobernaban.

Es por eso que ahora, frente al surgimiento de una identidad de derecha muy venezolana, la izquierda en conjunto demoniza todo lo que no sea MUD-PSUV, moderándose al punto de convertir la reconciliación-nacional en el ridículo contraste a la “ultraderecha fascista y radical que lo que busca es la violencia”.

Por todo esto, el uso objetivo de estas denominaciones —izquierda o derecha— hará que el debate de las ideas sea profundo y serio como para redibujar los polos de poder en el juego político venezolano. Todo lo demás que termina en combinaciones, terceras vías, centrismos y otras definiciones, no son más que accidentes aleatorios y descartables con fines oportunistas que intentan dar identidad a un conjunto y crear sus propios objetos de odio en un momento específico.

Una derecha contrarrevolucionaria y patriota está creciendo en Venezuela y la ruptura con los politiqueros de la MUD-PSUV la distingue. Por eso no me sería extraño que en el futuro cuando se hable del nacimiento de la derecha en Venezuela, también se hable de la sustitución del socialismo como modelo ideal por el sentido común de las cosas que giran en torno a la libertad y el orden. La existencia de este fenómeno cultural es innegable.

Roderick Navarro
Coordinador General de Rumbo Libertad
Exiliado en Brasil

Libertad o nada.


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