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La pandemia del COVID 19 profundiza la desigualdad de género, Por Oly Millán



Hablar de un mundo justo es referirse a la vida con dignidad que nos merecemos todos y todas, simplemente porque somos seres vivos y punto, no existe más explicación. Esa ha sido la lucha permanente de los seres humanos. Es ir más allá de la sobrevivencia como especie. Es tener garantizado el derecho a vivir en libertad, dentro de los límites que nos impone responsablemente la relación con la naturaleza porque somos simplemente parte de ella. Esta lucha ha tenido también rostro de mujer.

En estos tiempos de coronavirus quizás con mayor intensidad que antes, se ha desatado todo un debate referido al tema de la crisis civilizatoria. Es obvio que la pandemia nos colocó sobre el tapete que, más allá de lo que diga la intelectualidad, somos seres muy vulnerables, que no existe el hombre económico por lo tanto no somos seres egoístas por naturaleza, somos antes que nada seres sociales que formamos parte de comunidades colaborativas.

Pero, paradójicamente, ante la falta de una vacuna que impida el avance del contagio por Covid-19 y sus consecuentes efectos negativos sobre la vida y los sistemas de salud público de los países del planeta, la única medida que tenemos para evitar su propagación es la prevención mediante el confinamiento y aislamiento físico. Esta situación ha colocado a prueba los sistemas democráticos del mundo y sobre todo el tema de los derechos humanos, en especial los relacionados con los derechos de la mujer.

En materia laboral la mujer indudablemente ha venido conquistando espacios en todos los niveles y ámbitos, inclusive en oficios que eran destinados solamente al hombre como es el caso de actividades mecánicas que requieren esfuerzo físico.

Es indudable que a partir de la pandemia (Covid-19) se aceleró el desarrollo del teletrabajo que trastoca en general desde la concepción del proceso productivo, pasando por la reconfiguración de la organización del ambiente laboral tanto organizativo como físico hasta la forma y manera como se relacionan y comunican los trabajadores.

Son las maquilas del internet de las cosas las que están predominando, donde en estas contrataciones por lo general no existen beneficios laborales ni responsabilidad social de quien contrata y, en muchos casos, se exige mayor productividad ya que el tiempo de trabajo y su organización va por cuenta del trabajador o trabajadora.

En esta modalidad laboral se pone a prueba la productividad de la mujer. Como sabemos por razones culturales, políticas y económicas en nuestras sociedades el cuidado de los integrantes de la familia es una responsabilidad asumida y endilgada solamente a las mujeres, por lo que durante la pandemia se ha profundizado el rol y responsabilidad de la mujer en estas tareas, incluyendo la educación de los hijos, lo que conlleva a las mujeres a tener que hacer un esfuerzo mayor para no quedar fuera del mercado laboral, ya que la pandemia eliminó los límites entre el mercado laboral y el personal.

En estos tiempos de pandemia el reto que debe asumir la mujer en su rol laboral es mayor, donde peligrosamente a nivel mundial se están levantando las alertas porque pudiéramos estar retrocediendo en los derechos conquistados hasta ahora, profundizándose la exclusión laboral por razones de género, tal como lo viene denunciando la OIT.

En nuestro país la situación es más complicada aun, por la pre-existencia al COVID19 de una crisis multidimensional que viene destruyendo a las familias venezolanas y cuantimás a las mujeres que han tenido que o bien ver partir a sus hijos a otros países para resolver el sustento de sus familias, pasando por asumir la responsabilidad de los nietos hasta la de ser objetos sexuales de redes mafiosas que operan internacionalmente y que han venido aprovechándose de las necesidades de las mujeres venezolanas.

Comprender esta realidad a nivel social y sobre todo a nivel del Estado implica que las instituciones asuman una política integral que vaya dirigida a hacer efectiva la dignificación de las mujeres venezolanas, lo que conlleva a tener que visibilizar el problema y hacerse responsable del mismo. El país requiere como bien lo vienen planteando diversos sectores de la vida nacional, la construcción de una AGENDA PARA ATENDER LA EMERGENCIA NACIONAL, que sea el producto de un acuerdo nacional que tenga perspectiva de género, porque luchar para resolver los graves problemas que como sociedad tenemos es también luchar por la dignificación de las mujeres venezolanas.

Economista (UCV) y ex ministra del Ministerio para la Economía Popular (2006). Integrante de la Plataforma Ciudadana en Defensa de la CRBV y de la Plataforma Contra el Desfalco a la Nación | @angelicamcampos

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