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Opinión: A pesar de… sigo apostando al voto, Por Manuel Figueroa Véliz



Muchos no han entendido que la política es la ciencia que busca el bienestar colectivo y el desarrollo de los pueblos. Sin embargo, es común escuchar frases como: «la política es lo más sucio que hay». Es importante entender que no necesariamente se debe militar en un partido político para realizar acciones políticas. Cuando usted denuncia los pésimos servicios públicos o se queja por el grado de corrupción que hay en las dependencias oficiales, usted está haciendo política y ejerciendo un derecho que nadie le puede conculcar.

Ciertamente, a lo largo de la historia ciertos hombres y mujeres se han aprovechado de la política para satisfacer sus apetencias personales, obtener poder y los beneficios que éste brinda; pero también han existido quienes a través de ella mejoraron la calidad de vida de los ciudadanos de sus naciones y dieron ejemplo de lo que debe ser un servidor público. De tal manera, que no podemos catalogar a esta ciencia como «lo peor».

Desde hace bastante tiempo hay quienes se inhiben de votar por indiferencia, de igual manera hay quienes se abstienen porque «no creen en la política y mucho menos en los políticos», prefieren mantenerse al margen de todo proceso electoral; sin embargo, esta acción política ha quedado demostrado que no lleva a nada y se convierte en una especie de licencia para que personajes inescrupulosos se aprovechen de nuestros recursos que son los que se manejan desde posiciones políticas.

En Unidad Visión Venezuela siempre hemos creído en el sufragio como herramienta para producir los cambios que exige el país. A pesar que el Consejo Nacional Electoral mantiene su posición de retaliación con nuestra organización política no hemos dejado de participar, motivando a nuestra gente a acudir a las urnas electorales durante los últimos procesos para escoger los representantes a los distintos cargos de elección popular.

Quien sí parece que apuesta a la apatía del elector es el gobierno, con sus reiteradas jugadas como las inhabilitaciones de quienes ellos consideran un peligro, quitándole atribuciones administrativas a los gobernadores y alcaldes de la oposición, colocando «protectores» en las ciudades donde son derrotados, negando los recursos a los gobiernos regionales que no le son afectos.

Toda esta serie de anormalidades son las que terminan desmotivando y sumando voluntades a la ya larga lista de abstencionistas en cada evento electoral. Pero así como la cúpula del gobierno hace su parte, cierto sector de la oposición hace lo propio. Prueba de ello son las recientes elecciones del 21 de noviembre, donde a pesar que de antemano se sabía que divididos en varios toletes las posibilidades de éxitos eran casi nulas, su ceguera y terquedad terminaron imponiéndose.

Pero como si esto fuera poco y dando muestras que en sus mentes no tienen el más mínimo amor por Venezuela, se presenta la posibilidad de darle una paliza a la revolución en Barinas este 9 de enero, pero algunos gurú de la política prefieren seguir haciéndole el favor al partido de gobierno para que mantenga su hegemonía en la tierra del difunto Chávez y en vez de uno contra uno, regresa el espíritu divisionista. Luego catalogan a los demás de colaboracionistas.

El pueblo de a pie, el ciudadano común quiere deslastrarse de esta plaga que tanto daño le ha hecho al país; pero a un grupo de vividores de la política prefieren mantener el negocio redondo con quienes tienen más de dos décadas usufructuando de manera descarada los bienes de la República. A pesar de este panorama gris debemos seguir insistiendo para que al final se imponga la voluntad de las mayorías por medio del sufragio, y como bien lo decía nuestro secretario general diputado Omar Ávila prive la sensatez, y que la gente vote de manera inteligente; que dicho sea de paso precisamente en esta tierra llanera prevaleció ese voto racional que buscó en la fuerza de quienes sufren el abandono del gobierno una forma de enderezar la maltrecha situación que les toca vivir.

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