Las nuevas corrientes ideológicas que se desatan por todo el globo terráqueo, y se autodenominan globalista y progresistas.
Perooooo….
El progre, como se han dado a conocer, siempre está en posesión de la verdad absoluta. Si no piensas como él, no eres de los suyos. Y eso significa que eres un reaccionario, un ultraderechista, un fascista, un esbirro del imperialismo yanqui, un agente de la autarquía vaticano-sionista, un tonto manipulable, un asesino y un cerdo capitalista, aunque no llegues ni a mediados de mes.
“Hay comunistas que sostienen que ser anticomunista es ser fascista. Esto es tan incomprensible como decir que no ser católico es ser mormón.”
El progre odia el capitalismo, pero ama el dinero. Persigue el dinero hasta la extenuación y se niega a reconocerlo también hasta la extenuación. Y si se lo haces notar te llamará cerdo capitalista, facha, etcétera hasta la extenuación. Ya lo dijo Víctor Manuel, cuando le mentaron la bicha ($): “Yo soy comunista, no gilipollas”.
El progre padece una afección psicológica bipolar relativista-absolutista: por un lado el relativismo moral, intelectual y ético y por otro el absolutismo político. Esto es, sólo el progre tiene legitimidad para gobernar y, por tanto, justificación total para utilizar cualquier arma o método –cualquiera- que le lleve al gobierno o le perpetúe en él.
Todo vale en nombre del Progreso, santa palabra. Aunque el progreso vaya hacia atrás. Si el progre mata, roba, destruye, miente, insulta, manipula, corrompe, prohíbe o castiga es siempre por una buena causa: la suya. Bienaventurados los progres porque todo les será perdonado.
Atracción total por el totalitarismo. De izquierdas, claro. O islamista. O sea, las dictaduras comunistas y las teocracias fundamentalistas. En definitiva, cualquier sistema de gobierno que destruya la sociedad occidental… en la que ellos viven. Y muy bien, por cierto.
El progre lo politiza todo. Todo. Una ideologización permanente y generalizada que infecta cuanto toca: el deporte, el cine, la ciencia, la cultura, la información, el ocio, la moda, la solidaridad, la tecnología, las creencias, la justicia, las costumbres, la educación, la biología, la naturaleza, la comida, el tabaco. Es su arma favorita para llevar cada aspecto de nuestras vidas a su terreno y apropiarse de la razón absoluta a base de demagogia a discreción. Y funciona.
El progre es paternalista por naturaleza. O sea, le mueve un crónico complejo de superioridad que le empuja a dirigir las vidas de los demás en todos los ámbitos. Se otorga el derecho a decidir qué es lo mejor para nosotros. Y encima se cree que nos hace un favor. Y lo peor, él no se considera obligado a ejercer lo que proclama: se guía invariablemente por la máxima “Haz lo que yo digo, no lo que yo hago”, que tan buen resultado ha dado a progres internacionales como Chomsky, Moore o Gore, auténticos héroes de nuestros progres patrios.
El progre es filántropo… con el dinero de los demás. O sea, que se gasta los bienes ajenos para ayudar a las causas en las que el progre cree, las oenegés afines. Ignora, claro, que el altruismo sólo es posible con el dinero propio. Lo suyo no es altruismo, es hipogresismo.
El progre es ecologista, pacifista, feminista, jovencista, antiglobalista, protercermundista, gaysista, minoriísta y todo lo que haya en la lista. Es paritario, solidario, dialogante, demócrata de toda la vida, cultísimo, moderno y tiene un gusto impecable. Lucha por la paz universal, la fraternidad planetaria y el mejoramiento social de los humildes. Es alegre y simpático, carismático y romántico. En una palabra, es guay.
En definitiva, todas estas ideas se pueden resumir en dos puntos. Punto uno: el progre siempre tiene razón. Punto dos: en caso de que no la tenga, se aplicará el punto uno.
Y como insistas en lo contrario, te partirá el Garrote en la cabeza….
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