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Opinión: Los centros electorales en Venezuela abarrotados de hambre, soledad y desprecio por la política, Por Coromoto Díaz

Los cuatro costados del país mostraban colegios electorales semivacíos y la puesta en marcha de las habituales encerronas del poder para forzar el voto de los ciudadanos. Incluso los periodistas nacionales fueron hostigados por los militares desplegados por todo el país, en un intento de que no retratasen la escasa asistencia.

El Observatorio contra el Fraude, creado por el Parlamento democrático, certificó que durante las primeras cinco horas de votación sólo había acudido a las urnas el 7,8% de los votantes. Tanto gritaban los centros electorales y las calles vacías que dirigentes chavistas clamaban por vía interna para movilizar a la gente ante la “precariedad” y la ausencia de votantes. Tradicionalmente el chavismo monta sus grandes dispositivos para llenar las urnas a última hora, incluso con el horario vencido.

La Operación Remate, todo el aparato estatal junto a los invitados especiales, los veedores internacionales amigos del chavismo, como el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa, prófugo de la justicia condenado a ocho años de cárcel por corrupción, y el ex presidente boliviano Evo Morales, quien perdió el poder el año pasado tras demostrarse el fraude electoral montado para ganar los comicios presidenciales, un escenario gris que detallan las maniobras de la revolución para mantenerse en el poder, que van desde las ejecuciones extrasumariales y las torturas hasta las detenciones arbitrarias, las desapariciones forzosas las violaciones sistemáticas y el fraude electoral.

Maduro forzó la convocatoria de las elecciones parlamentarias tras intervenir a los principales partidos de la oposición, incluso también a sus aliados de extrema izquierda, y tras mantener la inhabilitación contra los principales líderes de la Unidad Democrática, que apostaron por la abstención. Todo ello con la connivencia de un Consejo Nacional Electoral (CNE) nombrado de forma ilegal, en el que fueron impuestos tres militantes revolucionarios y dos magistrados cercanos a los partidos amigos del régimen. Desde distintos puntos de Caracas y del resto del país se denunciaron la presencia de los famosos “puntos rojos” (pequeñas carpas donde funcionarios chavistas registran a los votantes a través del carnet de la patria) en las cercanías del 70% de los centros electorales, así como los mecanismos de extorsión social, la entrega de gasolina racionada y los bonos de dinero, que Maduro reparte como si fuera un gran Rey Midas.

Un jerarca todopoderoso que, en cambio, no se atrevió a votar en su habitual colegio electoral en el barrio popular de Catia y decidió hacerlo dentro del cuartel militar de Fuerte Tiuna, pese a tratarse de otra irregularidad.

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