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#OPINION Por Pablo Andrés Quintero: De los profetas a los vendedores de humo en la oposición

No hay forma de que la oposición avance mientras exista este reducto de incompetencia. La política continua y el día “D” fue un fracaso, eso quedó en la mente del venezolano. Nicolás Maduro sigue en el poder y las promesas nuevamente quedaron incumplidas

En 2019 los venezolanos empezaron a conocer a Reinaldo Dos Santos, un brasileño que se dedicaba al horóscopo y a la profecía política. Sus videos navegaban por las redes sociales a gran velocidad y cada vez era más recurrente su presencia en televisión, específicamente en medios de comunicación del sur de la Florida. La mayoría de sus entrevistas comenzaban con las mismas preguntas ¿Cómo ve a Venezuela? Y terminaban con la generadora de titulares ¿Cuánto le falta a Maduro para salir del poder? A lo que Reinaldo siempre respondía:

Falta poco, eso está escrito”.

El señor Reinaldo sabía que cuanto más hablara del caso venezolano más rápido crecerían sus redes sociales y por lo tanto la atención digital. En 2019 también apareció hablando de política, de forma sorpresiva, el astrólogo Hermes Ramírez, “El Iluminado”, un venezolano muy conocido por su programa en un canal de televisión nacional, donde se comunicaba con ángeles y arcanos todas las mañanas. Cómo nadie es profeta en su tierra, este trabajador de las artes oscuras no se dedicó a tiempo completo sobre la coyuntura venezolana más allá de revisar el futuro de Juan Guaidó y Tibisay Lucena. A pesar de no poder competir con Reinaldo Dos Santos en su despliegue comunicacional, cada tweet o profecía era replicada por WhatsApp y Twitter con el propósito de encajar la opinión en un estado de expectativa constante.

Quien leía sus profecías, corroboraba su propio sesgo de confirmación y asumía como verdad lo dicho por el astrólogo. 

Todo esto también ocurrió antes de la llegada de las redes sociales con Adriana Azzi. Otra astróloga venezolana que durante coyunturas políticas solía consultar con las cartas como estaría el futuro de Venezuela y el de Hugo Chávez. Hay que recordar su programa “Los días por venir” de 2002 conducido por Nelson Bustamante y transmitido por RCTV. El Politainment, la política de entretenimiento, era un asunto de formato televisivo, seductor y de consumo masivo. El anonimato no estaba presente en las pantallas y cada quien públicamente hacia su “show”.

En uno de los programas estuvieron Enrique Mendoza, Gerardo Blyde, Tarek William Saab, Manuel Cova, Patricia Poleo, Leopoldo López, Rafael Clavier, Cilia Flores y Nicolás Maduro. Recomiendo ir a Youtube y ver este video. ¿Hemos avanzado culturalmente como sociedad?

¿Por qué le tenemos fe a cosas que no podemos ver? Algunas preguntas.

Las predicciones de estos astrólogos anteriormente mencionados tienen un objetivo principal y es el de la sugestión, la repetición y la formación de creencias, pero detrás de eso, hay un gran mercadeo por la atención.

Es un Modus Vivendi. 

Durante las coyunturas políticas de agitación e incertidumbre, es muy común ver cómo estas operaciones psicológicas siempre son las mismas pero el formato cambia, se adapta al ritmo tecnológico y a la forma de consumir información, cada vez más breve, emocional y reaccionaria. Este año surgió otro personaje, un brujo haitiano llamado “Cholo” que vendía por las redes sociales la idea de que el 11 de agosto Nicolás Maduro dejaría el poder.

Está disparatada predicción fue amplificada por el mismo cogollo de periodistas – activistas que en su momento apoyaron a Dos Santos. Para conseguir la aclamada atención, el tráfico en sus portales y cuentas personales se utilizó al “brujo” para crear supuestas noticias, titulares y expectativas que deriven luego en comportamientos sociales. La información genera comportamientos, la guerra cognitiva es una realidad.

Toda esta madriguera digital ha sido un caldo emocional contraproducente para la misma oposición. El ciclo desde el 2019 ha sido el mismo: desinformación – expectativa – ilusión – frustración.

¿Quién gana con toda esta situación?

Los creadores de contenido que hoy monetizan desde el extranjero, los portales de noticias y seguramente un sector de la dirigencia que ha logrado rentabilizar el caos dentro de las pantallas. Esto sin mencionar los ciber activistas que desde el 2019 se conformaron con este tipo de labores.

¿Qué vemos hoy en día? 

La misma campaña del 2019 pero con otras caras. Ya no es útil Reinaldo Dos Santos, Adriana Azzi, Hermes, El Brujo haitiano y otros profetas. Seguramente los costos operativos no son los mismos del 2019 y la credibilidad ha mermado. La masificación de los mensajes hoy se hace por otra vía, más rápida y agresiva, la del bulo y sus replicadores – manipuladores.

La guerrilla mediática articulada desde WhatsApp, se mueve con más maniobra desde el nacimiento en cadena de múltiples cuentas anónimas en la red social “X” encargadas de regar material desinformativo a diario para generar un estado de zozobra a nivel psicótico. A mayor tensión mayor atención. 

Está guerrilla también estimula una especie de espiral del silencio a través de la trifulca irracional, los peyorativos y ataques Ad hominem permanentes a otros sectores de la vida pública. El objetivo es generar autocensura, miedo a la discusión, cansancio. Todo un ambiente tóxico que no le suma absolutamente nada a la dirigencia opositora más allá de crear resentimiento y distanciamiento.

Aquí vale la pena preguntar:

¿Cuál es el propósito político y estratégico de esto? ¿Quién le recomendó a ese sector de la oposición dirigido por María Corina Machado crear esta campaña? Todo es absolutamente contraproducente y más adelante veremos si los resultados apuntaron a mejorar la situación actual de la dirigencia frente al gobierno y su disputa por el poder. 

El impacto psicológico de la mensajería digital es un asunto ampliamente estudiado. El doomscrolling y la incidencia de las fake news en las emociones fue un tema de investigación recurrente durante la pandemia y las campañas electorales de los últimos años, específicamente con Javier Milei y Donald Trump donde la artillería digital se concentró en Twitter (Elon Musk).

La sugestión política persigue la erosión, la emoción, la persuasión, la justificación de escenarios para construir nuevas narrativas de los actores políticos. El centro de operaciones para mantener la agenda “viva” seguirá siendo Twitter a pesar del humo y la contaminación. 

Hay sectores políticos que siguen considerando que la política es como una serie de Netflix, un anime japones o un juego de play station como “call of duty”.

Es un error gigantesco que la dirigencia opositora haya minado su entorno de coachs emocionales, animadores, tiktokers, profetas, agitadores digitales y gente altanera incapaz de demostrar que en realidad se trata de algo “distinto”. Estas personas de comportamiento primitivo, fanático y llenas de frustración tienen una visión psicótica y delirante de la realidad y las relaciones políticas.

Para ellos no existe el razonamiento y la reflexión pausada sino la pretensión moral de que la razón y lo que se considera “bueno” solo está de ese lado. Lamentablemente, este coctel de autoengaño y manipulación toxica no contribuye a mejorar la política sino a destruirla. 

No hay forma de que la oposición avance mientras exista este reducto de incompetencia. La política continua y el día “D” fue un fracaso, eso quedó en la mente del venezolano.

Nicolás Maduro sigue en el poder y las promesas nuevamente quedaron incumplidas. La renovación política seguirá siendo un tema sobre la mesa y una exigencia por parte de la ciudadanía para este 2025. 

Tomado de El Cooperante Por
 Pablo Andrés Quintero M.

Agencia EFE

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