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Podría el coronavirus propiciar un golpe de estado en Venezuela? Por Antonio Maria Delgado

Bancamiga

El coronavirus, que amenaza con agravar la crisis humanitaria existente en Venezuela, podría convertirse en el mayor reto hasta ahora enfrentado por el régimen de Nicolás Maduro, cuya incapacidad para contener la pandemia podría desembocar en una etapa de mayor agitación social difícil de sobrevivir, advirtieron expertos.

“Este reto que está enfrentando Maduro, y Venezuela con el coronavirus no tiene precedentes y tiene el potencial de cambiar radicalmente la dinámica del poder en Venezuela”, dijo Diego Moya-Ocampos, principal analista para las Américas de la firma de consultores de riesgo británica IHS Markit.

Ese cambio podría producirse ante el riesgo de un estallido social que conlleva la incapacidad del régimen de enfrentar la pandemia, dijo el analista.

La posibilidad de que las fuerzas armadas de Venezuela concluyan que no tienen más alternativas que salir de Maduro podría materializarse si los informados comienzan a sentir que la situación se le va de las manos al régimen en medio del descontento y la desesperación de la población, dijo Moya-Ocampos.

Maduro ha resistido a lo largo de los últimos cinco años cientos de marchas, muchas de ellas masivas, propiciadas por opositores que luchan por recuperar la democracia perdida en el país sudamericano.

Mayor Vulnerabilidad

Pero expertos coinciden en que el COVID-19, llegando a Venezuela en medio de un generalizado colapso económico y las duras sanciones aplicadas por Estados Unidos, tiene el potencial de crear una situación de mayor vulnerabilidad para el régimen, al poner a prueba la disposición de los militares de seguir siéndole fiel.

“De agravarse la agitación social, los militares van a comenzar a sacar sus cuentas y evaluar los beneficios de seguir respaldando a Maduro”, añadió desde Caracas un respetado analista venezolano que habló bajo condición de anonimato.

“Se van a preguntar, ¿Nos vamos a hacer responsables de lo que no podemos responder, porque es una crisis médica, o propiciamos un cambio para que nos acompañen otros países para conseguir el financiamiento internacional que se necesita”, agregó el experto.

Para Moya-Ocampos, las probabilidades de una insurrección militar aumentarían si occurren los siguientes eventos en Venezuela.

Si colapsan los hospitales públicos y privados ante la pandemia que apenas comienza a asomar su rostro en Venezuela.

Si comienzan a producirse saqueos a gran escala que no pueden ser contenidos por los cuerpos de seguridad.

Si se producen deserciones dentro de la alta cúpula del régimen chavista, con miembros del círculo interno decidiendo abandonar el país.

Agitación creciente

Venezuela — cuyos hospitales apenas operan a un ocho por ciento de su capacidad — no están en condiciones de tratar a los miles de pacientes que podrían caer víctima del COVID-19 en los próximo días y expertos advierten que las medidas de distanciamiento social del régimen no están siendo respetadas en las zonas populares del país, donde habitan millones de venezolanos.

De caer enfermos, muchos de ellos no tendrán donde ser atendidos. En muchos hospitales del país, el personal ni siquiera cuenta con agua y jabón para mantener la limpieza, y mucho menos cuentan con los equipos e insumos para tratar severos problemas respiratorios, han señalado expertos en salud a el Nuevo Herald.

Por otro lado, la nación petrolera comenzó a ver conatos de saqueos esta semana en medio del hambre, principalmente en los estados fronterizos con Colombia, que están siendo impactados por la decisión de Bogotá de cerrar la frontera.

Venezuela, cuya crisis humanitaria ya a obligado a cinco millones de personas a salir del país, lleva años padeciendo serios problemas de abastecimiento de alimentos y medicinas en una economía colapsada donde el 60 por ciento de la población dice comer dos veces al día o menos.

Pero la situación es ahora peor ante la prohibición del régimen al tránsito de un estado a otro y al obligar a la población a permanecer en sus viviendas, limitando las posibilidades de poner comida sobre la mesa.

Y en lo que genera mayores preocupaciones, la aguda escasez en el suministro de la gasolina comienza a dificultar el transporte de los insumos dentro del país.

Son las condiciones de una tormenta perfecta que podría cambiar las reglas de juego, advierte Moya-Ocampos.

“La dinámica actual del poder en Venezuela ya la conocemos: Mientras a Maduro le apoyen los militares, Maduro se queda, particularmente cuando la percepción es que la probabilidad de que se produzca una intervención militar internacional es bastante baja”, dijo el analista desde Londres.

“Pero la situación que se está generando con el coronavirus tiene el potencial de cambiar radicalmente esa dinámica. Podría llevar a los militares a tomar el poder si se produce un estallido social a consecuencia de la pandemia” para tratar de calmar las aguas, enviando “una señal a la población de que va a haber un cambio en la dirección y en el liderazgo en el país”, explicó.

Venezuela registró un estallido social en febrero de 1989 que dejó profundas huellas en el subconsciente del país, cuando miles de venezolanos se volcaron sobre las calles de Caracas para saquear las tiendas y protestar contra el gobierno. La posterior represión gubernamental dejó cientos de muertos y miles de heridos.

Esas protestas comenzaron por el rechazo a las dificultades económicas de la época y al rechazo al programa de reformas del gobierno. Pero la situación social es hoy astronómicamente peor en el país petrolero, cuando la economía del país se ha contraído en más de un 70 por ciento en los últimos años y los venezolanos están hoy asfixiados por la hiperinflación y los salarios más bajos de toda América Latina.

El espectro de la hambruna

La cuarentena total ordenada por el régimen esta semana para enfrentar al coronavirus amenaza con empeorar la situación, en momentos en que las medidas están recortando aún más el acceso de la población a los alimentos.

El diputado opositor José Guerra, quien se encuentra exiliado en Washington, dijo que la distribución de alimentos está siendo afectada por la aguda escasez que enfrenta el país en la obtención de combustibles.

“Hay un problema de distribución importante por el tema de la falta de gasolina que está restringiendo la distribución de los alimentos desde la cadena primaria hasta el consumidor final. Ese es un tema que yo veo con cierta preocupación porque la gente está en la casa, la mayoría de la gente no está trabajando. La cuarentena se está acatando. Pero si no hay transporte ¿De dónde van a salir los alimentos que vamos a comer?”, manifestó Guerra, quien se vio obligado a salir del país el año pasado bajo riesgo de encarcelamiento.

La escasez de combustible está afectando el transporte de lo poco que se produce en el campo al tiempo que el régimen, que también es golpeado por la fuerte caída de los precios internacionales del petróleo, también tiene problemas para importar alimentos en el exterior.

“Hay una crisis en ciernes allí porque no existe financiamiento externo y no lo va haber. El régimen no tiene reservas económicas en moneda dura, no tiene posibilidad a acceder al financiamiento externo de ninguna manera”, agregó, y advirtió que las grandes ciudades del país podrían ver serios problemas de desabastecimientos en los próximos días.

Maduro ha estado realizando grandes esfuerzos para dejar entrever que sus aliados políticos — Rusia y China — siguen respaldándole, pero Guerra sostuvo que estos países no podrán brindar el apoyo económico que el régimen necesita en este momento para sortear la crisis.

“Rusia tiene una situación muy difícil ahorita por la caída de los precios del petróleo y no puede prestar plata , China está en lo suyo, resolviendo sus propios problemas. Esa ayuda no va a venir”, dijo.

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