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Es el plan de Dios y la Vinotinto logra el milagro

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Hasta que deje de latir…La Vinotinto ganó en el fuerte de Maturín a su rival directo, en lo que era una final anticipada para el sueño mundialista. Más de un año después, Venezuela pudo reencontrarse con la victoria, siguiendo el polémico plan del “Bocha”, que terminó funcionando con un poco de magia divina y el poder de la fe.

El plan del “Bocha” funcionó, con más dudas que certezas, pero se sacó el resultado y mostró una mejora respecto al duelo contra Ecuador. Sin embargo, el milagro está en las circunstancias: Dios transformó las lágrimas de los peruanos en vino y los resultados en repechaje. Puede que haya llegado un nuevo virus al país y el dólar supere los 100 Bs, pero ¡ey!, le ganamos a Perú. Algo es algo.

Cuando digo “milagro”, no me refiero solo a nuestra victoria (que también podría considerarse así, dado que nuestra última victoria había sido en octubre de 2023), sino más bien al empate de Bolivia. Los alpinistas disputaron  su partido en las alturas contra Uruguay y mostró una muy buena versión, que casi acaba con los pulmones de José María Giménez, que necesitó una bomba de oxígeno para recuperarse. Bolivia en la altura es una máquina de matar; literalmente, si no ganan, asfixian a los rivales. Tuvieron jugadas de sobra para marcar e incluso palos, pero al final Uruguay rescató el empate, permitiéndonos a nosotros, como venezolanos, no solo soñar, sino dar la vida por ese sueño viviente, que tendrá a Bolivia como protagonista en el próximo capítulo de esta historia.

Venezuela vs Perú

Me gustaría destacar las ganas de competir del equipo, sabiendo lo que se jugaban. Puede ser por casualidad o por la intensidad del juego, pero tuve la impresión de que varios jugadores, como Soteldo, Aramburu, Alexander González, entre otros, buscaron la manera de sacar a los peruanos del partido psicológicamente. En cada duelo individual, cada vez que robaban un balón, había un gesto: Aramburu con Advíncula, pidiéndole que se calmara, o los gestos de Soteldo insinuando que los peruanos estaban llorando. Todo eso, sumado a la presión alta, evitó que pensaran y los fue cansando mentalmente, llevándolos a caer en provocaciones. No me pareció casualidad que, a los 20 minutos, Perú ya tuviera dos amonestados.

En cuanto al planteamiento, me pareció bastante acertado salir con un 4-4-2, entendiendo las necesidades del equipo. La Vinotinto colocó dos delanteros, Salomón Rondón y Josef Martínez, para presionar alto y complicar la salida de Perú, acompañados obviamente por los extremos y los volantes. Como dije antes, los primeros 20 minutos no les dejaron pensar por la presión, y Venezuela fue muy superior. Sin embargo, me cuesta creer que jugadores de élite no puedan aguantar una presión alta más de 20 minutos. A partir de ese momento, la intensidad bajó y Perú empezó a dominar más el balón.

Cabe destacar la actuación de la defensa en general, con Alexander González y Wilker Ángel (que volvía de una lesión), pero el papel de Ferraresi y Aramburu estuvo en otro nivel. Ferraresi estuvo impecable en la marca, sobre todo considerando que, al presionar alto, quedaba mano a mano con Paolo Guerrero y ganó todos los duelos. Y, por supuesto, no puede faltar Aramburu, que no tiene partidos malos: corre todas,tiene buena pegada y el sacrificio e intensidad que le pone a cada jugada merecen un monumento. Si tuviesemos a 11 como él, ya hubieramos clasificado hace rato.

En el aspecto ofensivo, Venezuela rotó en varias posiciones. Savarino y Soteldo cambiaron de bandas, pero lo más importante fue el rol de Savarino en el mediocampo. El equipo entendió la necesidad de conservar el balón, algo que logró en el primer tiempo. Savarino dejaba la banda izquierda para aparecer como mediocampista, bajando a buscar el balón y dando salida, mientras el equipo adoptaba un 4-3-3 con el “Brujo” Martínez como mediocentro defensivo y Yangel Herrera y Savarino más adelantados. Esto liberaba la banda para Aramburu, quien tenía libertad en ese carril, aunque no supieron aprovecharlo al máximo: el “Búfalo” solo apareció una vez en esas circunstancias. El planteamiento fue bueno, pero no tanto la ejecución: tuvimos control, pero pocas llegadas claras al arco.

El rol de los dos delanteros fue muy diferente, pero con el objetivo común de saturar el área peruana. Los primeros 10 minutos de Josef fueron buenos, pero luego desapareció, limitándose a presionar. En cambio, Rondón se lanzó un partidazo: cuando no encontrábamos espacios, era él quien controlaba el juego, buscaba el choque, aguantaba balones y ganaba en las alturas para crear juego. Cada pelota la peleaba como si fuera la última. De hecho, así se provocó el penal: un gran pase filtrado de Alexander González, la lucha de Rondón y la llegada de Josef, que tenía que estar ahí.

Ahora bien, el partido de la Vinotinto tuvo mucha polémica, y los peruanos no han parado de llorar desde entonces. Sin embargo, debo decir que, para mí, el penal cobrado a favor de Josef Martínez estuvo mal pitado: no hubo contacto suficiente para sancionarlo, y más bien él exageró la caída. Pero, al final, gol es gol. Del lado peruano, hubo dos jugadas polémicas: el gol anulado por mano (que en cámara lenta del Minecraft parece que sí hubo toque, por lo que estuvo bien anulado) y una supuesta mano que reclamaron por cinco minutos, pero que no fue nada porque el brazo estaba en posición natural, pegado al cuerpo.

En el segundo tiempo, el planteamiento de la Vinotinto cambió totalmente. Salió Josef (que no estaba siendo relevante) y entró Telasco Segovia, una decisión inteligente en teoría para buscar mayor posesión, pero que no funcionó del todo. Con Segovia hubo más tenencia al inicio, pero al cambiar a un 4-2-3-1, la presión alta desapareció y la marca se hizo en bloque, casi en zona. Cedimos el balón a Perú, y ahí empezaron los problemas. Tuvimos el balón con más sentido, sí, pero lo tuvimos menos, lo contrario a lo que necesitábamos. Nuestro juego se volvió más de contragolpe, buscando espacios por dentro.

Esto empeoró cuando el “Bocha” sacó a Yangel Herrera (por tarjeta) y al “Brujo” Martínez, metiendo un central para formar una línea de 5 atrás. Personalmente, no me gustó el partido de Yangel, pero se nota el equilibrio que le da al equipo. Los últimos 20 minutos, a diferencia del primer tiempo, fueron de autobús atrás y aguantar como fuera. La solidez defensiva fue notable, y Perú solo pudo llegar con disparos de media distancia. Con suspenso y sufrimiento, pero sin mucho peligro para Romo, recuperamos una solidez defensiva que recordaba al equipo del principio de las eliminatorias.

A nivel defensivo, la Vinotinto estuvo impecable, pero sigue siendo una realidad que nos cuesta generar llegadas con el balón, y esto fue contra la segunda peor selección del continente. Todavía falta una identidad de juego o algo que nos caracterice. Por ahora, seguimos vivos, y es obligación ganarle a Bolivia en las próximas fechas para cumplir el sueño de nuestro goleador histórico y hacer que su sacrificio (habernos acompañado en las malas y en las peores) valga la pena. Estamos más vivos que nunca porque depende de nosotros, pero los partidos Vinotinto se tienen que salir a jugar como se merece.

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