La narrativa de Trump impacta la percepción de los venezolanos sobre su situación actual.
La reciente retórica del presidente Donald Trump, en la que ha descalificado al presidente ucraniano Volodimir Zelensky, presenta un fenómeno interesante. Puede ser analizado desde la perspectiva de una narrativa disruptiva en política.
Este tipo de discurso altisonante no solo sorprende por su contenido, sino también por su capacidad para resonar narrativas existentes en otros contextos. Por ejemplo, el de nuestro país, particularmente después de las elecciones presidenciales del 28J. Es evidente cómo se construyen y utilizan las narrativas políticas para influir en la opinión pública y moldear realidades sociales, y esta narrativa disruptiva es un claro ejemplo de ello.
Trump ha calificado a Zelensky de “dictador sin elecciones”.
Es pertinente aclarar que esta acusación repite argumentos del Kremlin. Ucrania está bajo ley marcial debido a la invasión rusa, lo cual ha impedido elecciones regulares. Además, afirmó que Ucrania obligó a EEUU a gastar grandes sumas en una guerra “que no se podía ganar” mostrando su estrategia basada en una narrativa disruptiva.
Al deslegitimar a un líder aliado, no sólo altera el discurso sobre Ucrania. También refuerza una narrativa disruptiva que puede ser utilizada para justificar acciones en otros lugares, como Venezuela, donde ha prosperado vertiginosamente esa retórica.
Dicho de otro modo, las declaraciones de Trump no son meras críticas. Reflejan una estrategia retórica que busca posicionar a Zelensky como un villano en la narrativa de la guerra. Es similar a cómo ciertos líderes políticos en Venezuela han creado figuras antagonistas para justificar sus propias políticas y acciones, aprovechando la narrativa disruptiva.
La retórica de Trump se suma a un contexto más amplio de desesperanza en nuestro país, especialmente tras la eliminación del Estatus de Protección Temporal (TPS) para el gran número de venezolanos en EEUU. Por eso la conexión entre las acciones de Trump y las narrativas utilizadas en Venezuela resonó inicialmente con los migrantes venezolanos. En esta oportunidad, resuena con la deslegitimación como recurso discursivo dentro de la narrativa disruptiva.
La narrativa disruptiva se caracteriza por su capacidad para desafiar las percepciones establecidas y provocar reacciones emocionales intensas. En este caso, Trump utiliza un lenguaje que no solo busca deslegitimar a Zelensky. También cuestiona el compromiso de EEUU con sus aliados tradicionales de Europa. Una dinámica discursiva similar descuella en Venezuela.
Esta estrategia de Trump puede ser vista como una ruptura con las políticas exteriores anteriores.
Es una alineación más cercana con narrativas pro-Kremlin. Además, al adoptar un discurso similar al de los adversarios políticos, como el régimen venezolano, Trump crea confusión sobre los valores democráticos y las alianzas internacionales, reflejando nuevamente una narrativa disruptiva.
Este enfoque en la narrativa de Trump no solo afecta la percepción pública sobre Ucrania y su lucha contra la agresión rusa. También impacta la forma en que los venezolanos percibimos nuestra propia situación y el apoyo internacional que recibimos. Esto acrecienta la incertidumbre en torno a una eventual transición política basada en la narrativa disruptiva.
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