En estos tiempos de crisis, la incertidumbre se convirtió en un estado de duda en el que todo es incierto. No sólo lo parece, sino que así es.
Las crisis que generalmente agobian al ser humano, resultan a consecuencia de la incertidumbre que impide advertir lo que el tiempo visibiliza y concretará. Pues nadie es mago, adivino, pitoniso o pronosticador. Sólo Dios lo sabe todo.
Los tiempos presentes está atestados de tantas tribulaciones, que dificultan otear el sendero a transitar.
Es como tener los ojos cerrados al caminar entre obstáculos que, si bien no pueden verse, de seguro entorpecen la caminata, Indistintamente de estar arraigados a la vera del camino, o en medio de la ruta.
Sin embargo, a decir por el riesgo que habrá de afrontarse, bien porque se reconozca los obstáculos de la ruta a transitar, o porque se conozcan, no es difícil deducir los problemas que de seguro complicaron los pasos de caminante.
Entonces, no será difícil comprender lo que el poeta Antonio Machado quiso explicar cuando escribió: “Caminante, son tus huellas el camino y nada más (…)”.
Razones onerosas
Aún así, cuesta comprender la fugacidad de la vida entendida como alegoría de las transitorias travesías que marcan cada paso dado. Todo ello, en aras de avanzar entre las subidas y bajadas del camino. Pues lo que importa, es despejar las incógnitas comprendidas como necesidades y complicaciones de la vida.
Justamente, ahí donde reside la dificultad avisada. Acá no se cumple aquello que, “en guerra avisada, no muere soldado”.
Pues a pesar de estar avisado el combate, acá si hay bajas de soldados.
El problema está definido por no tener claridad sobre lo que acontecerá mañana. Y eso es lo que embota al ser humano cuando intenta luchar por saber lo que la incertidumbre esconde bajo su apariencia de elemento fácil de empuñar.
En la praxis política, las realidades trazan el problema con recursos dispensados por valores perfilados por algunas ideologías que todavía subsisten y perseveran buscando un mejor posicionamiento de su oferta.
Tropiezos que en política no se advierten
Pero quien en política no tiene seguridad del camino a recorre, termina transitando cualquier otro.
Es como quien, sin plan de vuelo alguno, termina estrellándose, o aterrizando en un lugar sin idea del sitio donde posó la aeronave.
La vida política se volvió una maraña de topes que traban el recorrido proyectado. Es así como luce posible, advertir ver que “algo no anda bien”. O sea, que “algo anda mal”. Y al parecer, anda bastante mal.
Pero ¿cómo la política va andar bien?, si todo lo que desde ella se plantea o se proyecta, nace con fallas. Con carencias. Con insuficiencias. Con inconsistencias. Con la ignorancia internada como recurso. Incluso, con malas intenciones. O con presunciones que inspiran arrogancias, soberbias, odios, resentimientos, perversidades, egoísmos y envidias, especialmente.
La política del siglo XXI
La política del siglo XXI no ha sido pensada con la intención de recuperar la dignidad perdida en el ámbito de tantas perversidades reunidas. Defecciones tanto como desafecciones o animadversiones juntas, actuando como piezas activas del círculo de las desgracias inducidas y cometidas.
¿Pero cómo no pensar lo que arriba es descrito por la realidad?, si el ejercicio de la política viene probándose en el ínterin de sociedades dominadas por la intolerancia que el mismo poder político infunde como obligado ejercicio “de fin de curso”, donde casi todos los asistentes y participantes aprueban con excelentes calificaciones.
La fascinación por el populismo, invadió los procesos de elaboración y toma de decisiones que adoptan los regímenes autoritarios para canalizar sus improvisaciones. Y aunque los tiempos corren, los problemas tienden a arraigarse hasta que suelen confundirse o fundirse como parte del truncado paisaje que muestra el ejercicio del poder político.
Particularmente, en escenarios azotados por el autoritarismo hegemónico o el totalitarismo aborrecible.
Por eso, no es difícil inferir que en medio de la degradación que afecta al actual ejercicio de la política, las realidades dan cuenta de que “algo no anda bien”.
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