Atraídos por sus altas ganancias, bajos riesgos y una capacidad innata de no dejar rastros, grupos delictivos de Colombia han descubierto que el contrabando de oro puede ser un mejor negocio que el narcotráfico, y parte del sucio metal precioso podría estar dando a parar a Estados Unidos, dijo un informe develado el miércoles.
El estudio, elaborado por el centro de estudios con sede en Washington Global Financial Integrity, sugirió entre su lista de recomendaciones para tratar el creciente problema una mayor vigilancia en el aeropuerto de Opa-Locka, considerado como el mayor puntos de entrada a Estados Unidos del oro colombiano.
“En los últimos diez o quince años, algunas organizaciones criminales transnacionales del hemisferio occidental se dieron cuenta que el tráfico de oro puede proporcionarles mayores beneficios y más fáciles de conseguir que el tráfico de cocaína”, dijo Richard Glenn, funcionario del Departamento de Estado, citado en el informe.
Colombia exportó en el 2019 más de 52 toneladas de oro con un valor estimado de $1,750 millones a socios comerciales en todo el mundo, según cifras oficiales, pero los elevados volúmenes de explotación ilícita sugiere que el volumen total que salió del país es mayor, resaltó el estudio.
Un gran número de las operaciones mineras de menor escala que se realizan en el país carecen de los debidos permisos y son realizadas a espaldas del gobierno. El 70 por ciento de las operaciones de explotación en los lechos de ríos, por ejemplo, “se realiza sin ninguna autorización”, agregó.
Colombia exportó en el 2019 más de 52 toneladas de oro con un valor estimado de $1,750 millones a socios comerciales en todo el mundo, según cifras oficiales, pero los elevados volúmenes de explotación ilícita sugiere que el volumen total que salió del país es mayor, resaltó el estudio.
Un gran número de las operaciones mineras de menor escala que se realizan en el país carecen de los debidos permisos y son realizadas a espaldas del gobierno. El 70 por ciento de las operaciones de explotación en los lechos de ríos, por ejemplo, “se realiza sin ninguna autorización”, agregó.
La mayor parte del oro colombiano da a parar al Sur de Florida con el condado de Miami-Dade.
De las 362.4 toneladas de oro colombiano que ingresaron en el país entre el 2009 y el 2018, 152.96 toneladas (42.2 por ciento) entraron a través del aeropuerto de Opa-Locka, siendo éste el más grande punto de acceso en el país para el metal. Otras 12.85 toneladas, durante el mismo período, fueron a parar a Doral mientras que la ciudad de Miami recibió otras 3.8 toneladas, resalta el informe.
El segundo más importante destino estadounidense del oro colombiano durante el período analizado fue la ciudad de Salt Lake, con 77.8 toneladas, seguido por North Attleborough, Massachusetts, con 49.6 toneladas.
La explotación ilegal de oro, que ocasiona serios daños ambientales en Colombia, está fortaleciendo a grupos irregulares de ese país, produciéndose en zonas controladas por agrupaciones guerrilleras o bandas criminales emergentes, denominadas como BACRIM.
“En Colombia se ha venido evidenciando una creciente participación de grupos criminales en la actividad minera, buscando ejercer el control sobre las tierras, las comunidades mineras informales y las ganancias asociadas al sector”, señala el documento. “Si bien este no es un fenómeno nuevo, la situación ha venido empeorando en la última década”.
En 2013, una investigación de la fundación colombiana Ideas para la Paz encontró que 54 por ciento de la explotación de oro ocurrió en áreas controladas por colectivos criminales neo paramilitares, conocidos en su mayoría como bandas emergentes y bandas criminales, entre los que se destacan grupos como ‘Los Urabeños’ y ‘Los Rastrojos’, resaltó el informe.
De la misma manera, medios de comunicación colombianos han reportado en diferentes ocasiones que mineros artesanales, aquellos que operan a pequeña escala, han sido blanco de extorsiones por parte de estos grupos criminales.
El incremento en la explotación ilegal de oro colombiano es alimentado por la creciente demanda mundial del metal.
Pero el fenómeno también es producto de la ofensiva adoptada alrededor del mundo contra el narcotráfico que han dificultado el envío de drogas a través de las fronteras y las operaciones tradicionales de lavado de dinero.
“A diferencia de los narcóticos, este metal no es intrínsecamente ilícito y resulta complicado diferenciar entre oro de origen legal e ilegal. Además, los requisitos de ley para su transporte son menos estrictos que los del dinero en efectivo, por lo que es relativamente fácil cruzar fronteras internacionales con él”, señaló el estudio.
“Todo ello representa aspectos atractivos para grupos criminales colombianos que buscan maximizar sus ingresos, trasladar estas ganancias de una jurisdicción a otra y minimizar el riesgo de ser atrapados”, agregó.
Fuente: https://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/colombia-es/article249136915.html
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