Venezuela, antes de la llegada de la “porquería” esta llamada Revolución (que el pueblo sabiamente llama ROBOLUCIÓN) del Siglo XXI, se perfilaba, con todo y sus vicisitudes en el orden político, social y económico, hacia el crecimiento exponencial de su clase media y a la consolidación en tiempo y espacio de una verdadera y auténtica democracia: descentralización efectiva, no solo en el campo político con la elección de gobernadores y alcaldes, sino también en el campo económico, social y ético; en la división de poderes que constituyen el Estado; en la independencia del Banco Central; aumento de una relación recíproca entre Estado y Ciudadano y la participación potencial del sector privado en todo el quehacer productivo del país. Este régimen de mala muerte y de mafiosos; un mamotreto sin ningún valor, sin importancia y cuya esencia es la “irracionalidad”, en estos continuos 20 años de inacción nacional, ha hecho todo lo contrario: centralización del Estado al poder ejecutivo, desaparición, de hecho, de los poderes públicos, y el NO cumplimiento de sus funciones constitucionales; la centralización in extremis del Banco Central, que ha contribuido al desbarajuste (hiperinflación incuantificable) y quiebra de la economía y el derrumbe del sector privado que ha sido víctima de los robos que el régimen ha hecho de sus bienes o empresas.
Si podemos señalar un éxito de este régimen es la multiplicación de MAFIAS en todos los niveles del Estado; cuestión nunca vista en toda la historia republicana de nuestro país. No hay un sector de la vida nacional que esté normalizado; las mafias expoliadoras las encontramos en aeropuertos, puertos, aduanas SENIAT, en las gasolineras, en las alcabalas de los cuerpos policiales en las ciudades y en las fronteras, en CORPOELEC, en CANTV y también en las gobernaciones y alcaldías con la generación de medidas restrictivas empresariales; es decir, no hay espacio de la vida pública que no esté controlada por las mafias; éstas son dirigidas por civiles y militares que forman parte de este régimen de mala muerte que tenemos
Este régimen impulsor de la miseria y de la muerte como filosofía de acción, es responsable de la gran inseguridad que nos azota. Resulta grave vivir en un país donde reina por igual el hampa, los secuestros, el narcotráfico y donde la relación entre los delincuentes de la calle y los del régimen es intrínseca. Este régimen conformado por una cofradía de delincuentes, casi todos buscados por la justicia internacional, con recompensas incluidas, entre “muchos otros”: el engendro, diablodado, Reverol, Al aissami, González, como sobresalientes en su aspecto delincuencial, los cuales están reclamados, unos, por la justicia en Estados Unidos y otros, verán el tiempo pasar con mucho más miedo, porque también van a ingresar a la lista de los más buscados en el mundo. Mientras el régimen comunista de mala muerte siga en el poder, todos los delincuentes que lo reclame la justicia internacional serán protegidos, les darán un alto cargo en el régimen; es decir, zamuros cuidando carne.
Venezuela, ha sufrido los avatares de gobiernos villanos, pero ahora su pueblo ha tomado una actitud reluctante para impedir que los rajones que integran el régimen puedan continuar violentando el ordenamiento jurídico establecido, para imponer una ideología fracasada, recalcitrante y anti libertaria. El pueblo venezolano, nunca se ha dormido ante la barbarie y la prueba más inequívoca es la participación popular del pasado 7D, donde el régimen recibió el rechazo del 70% el soberano entendió, con sobradas razones que hay que rebelarse; esta vez no fue con votos pero en las que se realicen con un CNE independiente la “paliza” será de “padre y señor mío”. Si el régimen, ahora con el revocatorio, continua haciendo lo que está fuera de la CN para impedirlo, la Unidad Nacional plenipotenciaria que se conformó en los pasados días, se rebelará de otra manera; “hagamos que la CN sea la que dicte la pauta de la acción ciudadana; en ella todo; fuera de ella, absolutamente nada”, tal cual como lo decía el “comandante eternamente enterrado”; por cierto, ya olvidado y defenestrado.
Los días del régimen y del engendro están contados, de aquí en adelante la sociedad democrática con el trabajo político a desarrollar en esta nueva etapa, con estrategia e inteligencia, debe presentar un programa de gobierno real e idóneo; buscar el mejor escenario para seleccionar el candidato ideal para borrar de los espacios del Estado, las huellas del opresor, que se va, sin duda, con elecciones libres o con el revocatorio, y darle paso a una verdadera democracia, a las libertades ciudadanas y al pluralismo político. El trabajo debe continuar, el final del túnel está cerca.
Profesor Universitario
@marjimgar
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